Indudablemente que nuestra historia de las Relaciones de Panamá con Los Estados Unidos, está llena de hechos y situaciones que nuestras autoridades han preferido callar, manejando con mucha sabiduría, para no desnudar la complejidad de esas relaciones.
Es así que nos presentan el libro 1916: el desarme de la Policía Nacional, escrito por el abogado José Abel Almengor Echeverría. Este acontecimiento histórico humilló al gobierno panameño, pero que fue manejado con sabiduría por el presidente de la República Belisario Porras y su canciller Ernesto Lefevre. En están todos los detalles de esta extraordinaria actividad que desnudó, de una manera muy interesante, la complejidad de las relaciones entre Estados Unidos y Panamá.
Como el abogado Almengor Echeverría nos presenta su investigación y nos narra una situación tan compleja como el suceso de “La Tajada de Sandía”, en donde parece que hubiera empeño por parte de un poderoso país de 100 millones de habitantes en deprimir y humillar a una modesta República de solo 500 mil almas.
Cuenta el autor que, en 1916, el Departamento de Estado de EE.UU. solicitó a Panamá prohibir que la policía portara rifles de largo alcance en las ciudades de Panamá y Colón para evitar enfrentamientos con los marines estadounidenses. El gobierno panameño se opuso a esta solicitud, pero finalmente tuvo que obedecer la orden de desarme emitida por el ministro estadounidense Price. El canciller panameño presentó una protesta señalando que esta medida violaba nuestra soberanía.
Los organismos de seguridad del presidente Porras veían con motivación, pero con preocupación, el muy difundido evento deportivo, a través de los periódicos, a saber: el juego de béisbol a celebrarse en Colón, el 2 de abril de 1915, entre el equipo de la unidad de la 5ta Infantería contra Cristóbal. La oportunidad era interesante, para estrechar lazos entre panameños y americanos, para olvidar un poco los contratiempos de la guerra. Ya el béisbol en nuestro país empezaba a tener una influencia enorme.
El gran día llegó y la ciudad de Colón estaba abarrotada, más de 3000 personas, entre empleados del Gobierno norteamericano y civiles. La movilización se hizo por trenes, había muchas personas en el estadio y en las calles.
La ingesta de bebidas alcohólicas se salió de control, aunada a conflictos de racismo y el Gobierno de Panamá, por conducto de las autoridades administrativas de la provincia, pidieron que las patrullas norteamericanas ingresaran a dispersar el área, puesto que la policía panameña era insuficiente. En ese contexto, ingresó a la ciudad de Colón el cabo corporal Maurice Langdon, quien fue asesinado en un confuso incidente. Personal americano detuvo al subteniente panameño Carlos Núñez y lo culpó de haber hecho disparos a los trenes. Lo confuso de los hechos, impidió que se supiera exactamente quién hirió de muerte a Langdon.
Las investigaciones iniciaron en Panamá. Por la gravedad de los hechos, el caso fue elevado al Juzgado Superior de Panamá, con competencia en todo el país. Nombres de valiosos panameños entraron en la escena administrativa, investigativa y de juzgamiento. Entre estos: el canciller de la República, Ernesto Trisdel Lefevre; el alcalde de Colón, Manuel Grimaldo; el gobernador de Colón, Rubén Arcía; los jueces del Juzgado Superior de la República, Juan Demóstenes Arosemena y Dámaso Cervera Daguere; el procurador general de la Nación, Alonso Fábrega y el fiscal del Juzgado Superior de la República, Evaristo Almengor Bendiburg.
El caso fue complejo desde el inicio, generó numerosos intercambios de comunicaciones, cables y telegramas, entre la legación norteamericana en Panamá y el Departamento de Estado. La Cancillería también se comunicó profusamente con los funcionarios panameños. Se dieron innumerables ruedas de identificación, en filas de presos; declaraciones de testigos, panameños y norteamericanos. Ampliaciones del sumario, para incorporar nuevas pruebas. El subteniente Núñez se mantenía detenido y las presiones a Panamá, no cesaban.
Se pretendió que el caso sirviera de escarmiento para que eventos similares no volvieran a ocurrir. Panamá hizo todo lo que pudo, colaboró en todos los escenarios, pero en febrero de 1917, a un jurado de conciencia le tomó 10 minutos declarar inocente a Carlos Núñez. En el interín, siendo este resultado previsible, por la complejidad de los hechos, entre el 14 de enero al 20 de mayo de 1916, se produjeron una de las tensiones diplomáticas más duras entre Panamá y EE. UU., como se comprueba con los cables y telegramas intercambiados entre la Delegación Americana, el gobernador Goethals, el secretario de Estado Lansing, el ministro Jennings Price, donde se hace referencia al incumplimiento de “supuestas” promesas verbales de Panamá de no usar armas largas (bayonetas) en disturbios públicos en Panamá y Colón.
El hecho narrado con muchos detalles debe ser conocido por las próximas generaciones de panameños, a través de la materia Relaciones de Panamá y los Estados Unidos, por lo cual debe ser incluido por el Ministerio de Educación, dentro de los planes de estudio de nuestros jóvenes que desconocen totalmente el suceso que forma parte de nuestra historia.
Autor: David Victoria – Periodista y Miembro del PRD