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DYNASTY: A la entrada de Santa Ana nos reciben “Las Cariñosas” y las autoridades bien gracias

DYNASTY: A la entrada de Santa Ana nos reciben “Las Cariñosas” y las autoridades bien gracias

En el emblemático barrio de Santa Ana, donde antaño se alzaba el distinguido edificio que hoy llaman Dynasty, las glorias arquitectónicas del siglo XX se han convertido en un vertedero de inmoralidad: prostíbulo encubierto, depósito de indocumentados y guarida de escándalos. Así, a la vista de todos —y bajo la mirada cómplice de las autoridades locales— ocurre el “show de las cariñosas”, como diría mi abuelo, refiriéndose a las trabajadoras sexuales que hoy protagonizan las tardes y noches en ese lugar.

Un vistazo rápido por la avenida España revela que el edificio Dynasty alberga prostitución día y noche: mujeres y hombres citados para “diversión privada”, según vecinos Santa Ana es un conglomerado de más de 12 prostíbulos clandestinos y al menos 40 bares y cantinas operando en la zona. Todo esto ocurre sin que la Junta Comunal las trabajadoras sociales o la Representante del corregimiento levanten un dedo.

Mientras tanto, los residentes que aún resisten el abandono del barrio ven cómo se esfuma su tranquilidad: las escuelas se vacían, los pataconcitos lucen llenos de basura, la delincuencia camina libremente entre callejones, y ni una autoridad asoma la cabeza. ¿Dónde están los operativos de Migración o los controles de insalubridad? ¿Dónde está la voz de quienes deberían cuidar el valor de una zona histórica?

Santa Ana está convirtiéndose, sin tapujos, en el prostíbulo de la ciudad. Y sus calles se llenan de un panorama que no solo espanta al vecino; también repele al turista que cruza hacia el Casco Antiguo. Un lugar cuyos negocios sobrevivientes ya no figuran en planes de desarrollo, por una razón muy simple: nadie cree más en su recuperación.

Este editorial no viaja en exceso. Lo que hoy sucede en Santa Ana es real.

  • Edificio Dynasty: prostíbulo encubierto.
  • Doce “negocios” sexuales clandestinos.
  • Más de 40 bares cuestionables.
  • La autoridad local: ausente, indiferente o cómplice.

Un barrio que fue testigo de luchas históricas, de moradores, familias, artesanos y artistas, hoy agoniza bajo la indiferencia. Ya no solo es suciedad. La degradación moral y social también ha tocado a sus colegios, a su plaza, a sus parques de encuentro.

Esto no es un chisme urbano. Es un llamado a la acción. Los responsables están ahí, con nombres y apellidos: la Junta Comunal, la Representante, los estamentos de seguridad y salud pública.

Exigimos operativos, regulación, limpieza, orden y rescate de la dignidad urbana.

Santa Ana merece más que ceder al caos.

Panamá merece más que ver su historia prostituirse en vivo y a todo color.

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