Editorial: Ricardo Martinelli: El Tiburon No Huye, Se Retira Para Regresar Más Fuerte

Editorial: Ricardo Martinelli: El Tiburon No Huye, Se Retira Para Regresar Más Fuerte

El expresidente Ricardo Martinelli ha sido, sin duda, uno de los actores políticos más influyentes en la historia reciente de Panamá. Su gestión al frente del país entre 2009 y 2014 dejó un legado tangible de infraestructura, crecimiento económico y programas sociales que aún resuenan en el pueblo panameño. Fue un presidente de acción, de resultados visibles, de cercanía con la gente. Aún hoy, su nombre genera pasiones, porque representa para muchos panameños la figura de un líder auténtico que no temía decir las cosas de frente.

Sin embargo, tras dejar la presidencia, su vida política ha estado marcada por una serie de procesos judiciales, cuestionamientos y ataques que, lejos de mermar su popularidad, parecieran haber reforzado la percepción de que se trata de un hombre perseguido más por su influencia que por sus actos. El respaldo popular que aún mantiene —y que muchos políticos actuales envidian— es testimonio de una conexión profunda con las clases populares y sectores productivos que lo recuerdan como un presidente que sí resolvía.

Esta semana, Ricardo Martinelli tomó una decisión valiente y estratégica: salir del país rumbo a Colombia, donde le fue concedido el estatus de Asilado Político, una figura de protección internacional que no se otorga a la ligera. El gobierno colombiano ha reconocido que Martinelli enfrenta una situación que pone en riesgo sus derechos fundamentales, al considerar que los procesos judiciales en su contra presentan elementos de persecución política.

Este nuevo estatus marca un giro determinante en el tablero político y legal panameño. Porque ahora no hablamos simplemente de un expresidente en juicio, sino de un perseguido político con protección internacional, lo cual puede tener repercusiones legales directas sobre las sentencias y procesos abiertos en Panamá. El asilo reconfigura el relato, lo transforma, y expone al mundo que existe una motivación política detrás de los casos que se le han seguido.

En el presente, Martinelli se encuentra en territorio colombiano, pero no exiliado del corazón de su pueblo. Mantiene vivo su liderazgo, y con más razón ahora se proyecta como una figura que ha resistido los embates del poder judicial con el respaldo de la comunidad internacional.

¿Y el futuro? Ricardo Martinelli ya lo ha dejado claro: espera volver y competir por la presidencia en 2029. Su visión no se apaga, su voluntad no decae. Por el contrario, este episodio lo fortalece. A nivel legal, el asilo puede ser la llave que desmonte el andamiaje judicial en su contra. A nivel político, su ausencia forzada puede convertirse en el motor de una narrativa de regreso con legitimidad, perdón y poder.

Desde el exilio, Martinelli puede —y debe— redibujar su imagen con altura, inteligencia emocional y estrategia. Tiene tiempo, tiene pueblo y ahora tiene estatus de perseguido político. La historia no ha terminado. Y si algo ha demostrado Ricardo Martinelli, es que no da la pelea por perdida.

Porque los Tiburones no huyen. Se apartan… para regresar con más fuerza.

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