El derecho de Israel a defenderse es fundamental, especialmente ante amenazas constantes como Hamas, Hezbolá e Irán. Estos grupos terroristas buscan la destrucción del Estado judío y utilizan tácticas inhumanas, escondiéndose entre civiles para lanzar ataques, lo que agrava la situación. Israel, por su parte, ha sufrido miles de muertes y heridos en su población a lo largo de los años, lo que refuerza su determinación de actuar militarmente para garantizar la seguridad.
Los bombardeos y ataques de Hamas desde Gaza, con cohetes que caen sobre las ciudades israelíes, junto a las incursiones de Hezbolá desde Líbano, han generado una atmósfera constante de inseguridad. Israel, a través de su fuerza militar, ha respondido con operaciones que buscan neutralizar a estos grupos, priorizando la defensa de su población. El sistema de defensa aérea conocido como «Cúpula de Hierro» ha sido clave en interceptar ataques aéreos, pero a pesar de estos esfuerzos, las bajas civiles, tanto en Israel como en Gaza, son lamentables.
Israel, además de defenderse de ataques directos, también ha lanzado operaciones preventivas para destruir arsenales y detener el flujo de armas a grupos terroristas. La intervención de Irán en la región, como financista y proveedor de armas, agrava aún más la situación. El gobierno israelí ha atacado objetivos iraníes en Siria y otros territorios, evitando que establezcan bases militares cercanas a sus fronteras.
A lo largo de los años, el gobierno de Israel ha sido criticado por algunos sectores internacionales debido al número de víctimas en Gaza y Cisjordania. Sin embargo, es fundamental entender el contexto: Israel actúa para proteger su integridad territorial y la seguridad de su población. Los ataques terroristas, el uso de escudos humanos y la ideología de odio por parte de Hamas y Hezbolá no dejan otra opción más que la defensa activa.
El costo humano de estos conflictos es incalculable. Israel ha perdido a miles de soldados y civiles en su lucha por la paz. Desde la Segunda Intifada hasta los actuales conflictos, la sangre israelí ha sido derramada en la defensa de su tierra. Esto ha dejado una huella profunda en la sociedad israelí, un país que, a pesar de ser pequeño en territorio, ha demostrado una resistencia inquebrantable.
La lucha de Israel no es solo por su supervivencia física, sino también por su derecho a existir como un estado judío en un mar de hostilidad. Los movimientos extremistas y sus patrocinadores en Irán rechazan la existencia misma de Israel, lo que convierte este conflicto en una batalla por la vida misma.
El mundo debe reconocer el derecho de Israel a defenderse. La comunidad internacional no puede permitir que grupos terroristas como Hamas y Hezbolá continúen sembrando el caos. Asimismo, la presión sobre Irán debe intensificarse, ya que su papel en el financiamiento y suministro de armas exacerba el conflicto.
En este contexto, es vital recordar que la lucha de Israel no es una elección, sino una necesidad. El Estado israelí ha mostrado una y otra vez su disposición para buscar la paz, pero cuando la paz se convierte en un imposible, la defensa se convierte en un imperativo moral y nacional.
Mientras la sombra del terrorismo acecha, Israel seguirá defendiéndose con firmeza, con el apoyo de su pueblo y de quienes en el mundo reconocen el valor de su lucha. Los sacrificios han sido inmensos, pero Israel ha dejado claro que su derecho a existir no es negociable. La lucha de Israel es una lucha por la justicia, la seguridad y la paz de su gente y, por extensión, del mundo democrático.
En este sentido, el sacrificio de Israel, tanto en vidas humanas como en esfuerzos por mantener la seguridad, se convierte en un testimonio del precio de la libertad frente a los terroristas y sus patrocinadores.
Por: Aldo López-Tirone