La reciente elección de Marco Rubio como Secretario de Estado bajo la administración del presidente electo Donald Trump ha generado un gran impacto en América Latina, una región que históricamente ha sido relegada en la política exterior de Estados Unidos, especialmente tras el fin de la Guerra Fría. Rubio, un ferviente opositor del comunismo y defensor de políticas de seguridad nacional estrictas, está listo para redefinir la relación de Washington con los países de América Latina, a los que, durante décadas, se les ha dado un segundo plano.
Un líder con una visión ideológica clara
Criado en Miami entre exiliados cubanos que huyeron del régimen de Fidel Castro, Rubio desarrolló una postura ideológica contra el comunismo que marcará su enfoque en América Latina. Como Secretario de Estado, se espera que Rubio adopte una postura firme, centrada en la lucha contra lo que percibe como amenazas del comunismo y el radicalismo en la región.
A lo largo de su carrera en el Senado, Rubio ha sido un defensor de políticas agresivas frente a gobiernos de izquierda como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Su nombramiento pone fin a años de desatención estadounidense hacia la región, especialmente en un contexto donde actores como China, Irán y Rusia han expandido su influencia en América Latina.
La política de “América Primero” y sus consecuencias
El nombramiento de Rubio plantea importantes desafíos para los países latinoamericanos, particularmente aquellos que no comulgan con las políticas de “América Primero” que caracterizan la administración de Trump. Rubio, quien ha sido un crítico abierto de la diplomacia multilateral del presidente Joe Biden, puede verse como un líder que ejercerá un control más centralizado y exigirá cooperación con los Estados Unidos a cambio de beneficios en comercio, seguridad y migración.
Durante años, la política de Estados Unidos hacia América Latina se ha delegado en oficiales subalternos. Sin embargo, con Rubio al mando, la región podría estar de vuelta en el radar de la Casa Blanca, con un enfoque más personal y agresivo. Christopher Sabatini, experto de Chatham House, advirtió que los gobiernos latinoamericanos tendrán que ser más cooperativos si desean acercarse a Washington en este nuevo contexto.
El papel de Rubio en la región: relaciones personales y alianzas
Uno de los mayores activos de Rubio es su extensa red de relaciones personales en América Latina, fruto de su tiempo en el Senado y su continuo interés por los asuntos de la región. Carlos Trujillo, ex embajador de EE. UU. ante la OEA, subraya que Rubio no solo posee un profundo conocimiento de la región, sino que ha cultivado relaciones con líderes clave de toda América Latina, incluidas figuras como Javier Milei de Argentina y Nayib Bukele de El Salvador.
Rubio ha sido también un feroz crítico de figuras como Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, al que acusó de rendirse ante los cárteles de drogas y de ser un “apologista de la tiranía” en países como Cuba, Venezuela y Nicaragua. En su política hacia México, se espera que continúe con la lucha contra el narcotráfico y la migración ilegal, prioridades que han dominado su carrera legislativa.
Venezuela: el principal campo de batalla
La Venezuela de Nicolás Maduro será, sin duda, uno de los temas centrales en la agenda de Rubio como Secretario de Estado. Rubio ha sido uno de los principales defensores de la oposición venezolana y de sanciones más duras contra el régimen de Maduro. A pesar de las críticas de sectores moderados en Estados Unidos por los efectos negativos de estas políticas, como el agravamiento de la crisis humanitaria, Rubio sigue siendo una figura clave en la defensa de la oposición venezolana y en la lucha por la democracia en el país.
Impacto en las relaciones de EE. UU. con países de la región
Si bien algunos líderes de la región, como Milei y Bukele, verán con buenos ojos el nombramiento de Rubio, otros como Gabriel Boric de Chile y Gustavo Petro de Colombia podrían encontrarlo problemático, especialmente debido a las posturas polarizadoras de Rubio sobre temas como Israel, la migración y la seguridad nacional. La relación de Rubio con estos países dependerá de su habilidad para moderar su retórica y adaptarse a las realidades diplomáticas de cada nación.
Un cambio radical en la política exterior de EE. UU.
El nombramiento de Rubio como Secretario de Estado es una clara señal de que Estados Unidos está listo para retomar su rol de líder en América Latina, pero bajo un enfoque más directo y demandante. Esto puede significar tanto una oportunidad para estrechar lazos con gobiernos afines, como una nueva era de tensiones con aquellos que no compartan la visión ideológica de la administración Trump. América Latina, acostumbrada al olvido en las últimas décadas, está ahora frente a un nuevo paradigma en sus relaciones con Washington.