Kamala Harris, la vicepresidenta de Estados Unidos, utiliza su risa no solo como una expresión de alegría, sino como una táctica política que desarma a sus críticos y fortalece su imagen pública, incluso frente a los ataques más duros de figuras como Donald Trump.
En el escenario político de Estados Unidos, Kamala Harris ha convertido su risa en una herramienta poderosa que desarma a sus oponentes y refuerza su carisma. «Tiene la risa de una loca», comentó Donald Trump en un intento de descalificar a su rival, sin embargo, Harris ha sabido cómo darles la vuelta a estos ataques, utilizando el humor como un arma secreta.
Según el psicólogo e investigador de la risa, Michael Titze, la risa de Harris no solo es una respuesta natural, sino una forma de comunicación que debilita a sus oponentes. «Cuando ella se ríe a carcajadas, su cerebro libera neurotransmisores que le hacen sentir bien y, al mismo tiempo, proyecta confianza y seguridad», explica Titze.
La estrategia de Harris ha sido efectiva en una sociedad cansada del humor agresivo y despectivo que ha caracterizado a algunas figuras políticas. La investigadora del humor, Eva Ullmann, destaca que el enfoque de Harris y su compañero de fórmula, Tim Walz, presenta un contraste refrescante. «El humor de Harris-Walz es sincero y realista, lo que los hace muy atractivos en el escenario político actual», señala Ullmann.
Además, Ullmann argumenta que la cultura del humor en las altas esferas del poder está cambiando. Durante mucho tiempo, el humor se asoció con una forma de dominación agresiva, pero figuras como Harris están demostrando que el humor también puede ser una herramienta de empatía y conexión.
La capacidad de Kamala Harris para utilizar el humor de manera estratégica ofrece una lección valiosa sobre el poder de la risa en la política. En un mundo cada vez más polarizado, su enfoque podría ser la clave para reconectar con un electorado que busca autenticidad y humanidad en sus líderes.