El expresidente uruguayo José «Pepe» Mujica falleció hoy 13 de mayo de 2025 a los 89 años, dejando un legado imborrable como símbolo mundial de la humildad, la honestidad y la coherencia. Su muerte fue anunciada por el actual presidente, Yamandú Orsi, quien expresó el profundo dolor del pueblo uruguayo por la pérdida de un líder que trascendió fronteras.
Mujica, conocido popularmente como «el presidente más pobre del mundo», gobernó Uruguay entre 2010 y 2015, destacándose por su estilo de vida austero y su cercanía con la gente. Renunció a vivir en la residencia presidencial, prefiriendo su humilde chacra en las afueras de Montevideo, donde cultivaba flores y criaba animales. Donaba la mayor parte de su salario a organizaciones benéficas, reafirmando su compromiso con los más necesitados.
Su vida fue una novela, como él mismo la describió. Desde sus años como guerrillero tupamaro en la década de 1960, pasando por su encarcelamiento durante la dictadura militar, hasta su incursión en la política y su ascenso a la presidencia, Mujica siempre se mantuvo fiel a sus ideales. Fue herido de bala en seis ocasiones y pasó 14 años en prisión, donde sufrió torturas y aislamiento. Sin embargo, nunca renunció a sus convicciones ni perdió la esperanza en un mundo mejor.
Tras ser liberado en 1985, con el retorno de la democracia, Mujica se integró a la vida política, siendo electo diputado y senador. Su discurso llano y directo, su defensa de los derechos humanos y su preocupación por los problemas sociales lo convirtieron en un líder popular, especialmente entre los jóvenes.
Durante su gobierno, Mujica impulsó políticas progresistas como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación del mercado de la marihuana. Estas medidas, aunque controvertidas, posicionaron a Uruguay como un país vanguardista en materia de derechos civiles.
Más allá de sus logros políticos, Mujica fue un ejemplo de coherencia entre el decir y el hacer. Su estilo de vida sencillo y su rechazo al consumismo lo convirtieron en una figura admirada en todo el mundo. Sus discursos en la ONU y otros foros internacionales resonaron por su llamado a la paz, la justicia social y la defensa del medio ambiente.
En abril de 2024, Mujica anunció que padecía cáncer de esófago. A pesar de la enfermedad, continuó participando activamente en la vida política y social del país. En enero de 2025, reveló que el cáncer había hecho metástasis, pero mantuvo su serenidad y su espíritu de lucha.
Su último deseo fue ser enterrado en su chacra, junto a su perra Manuela, que también se había convertido en un símbolo de su humildad y su amor por los animales.
La muerte de José Mujica deja un vacío irremplazable en la política uruguaya y mundial. Su legado perdurará como inspiración para las nuevas generaciones, recordándoles que es posible construir un mundo más justo, solidario y humano.