La diputada independiente Yarelis Rodríguez presentó el proyecto de ley 52, que establecía el uso obligatorio de sillas de retención infantil en vehículos particulares para niños menores de 12 años o con una estatura inferior a 135 centímetros. Esta iniciativa fue aprobada en segundo debate por la Asamblea Nacional el 25 de marzo de 2025.
Desde su presentación, el proyecto generó un intenso debate en la opinión pública. Si bien el propósito de la ley era garantizar mayor seguridad para los menores en el transporte vehicular, sectores de la sociedad manifestaron su descontento, argumentando que la medida representaba una carga económica excesiva para las familias de bajos recursos y que su implementación sería difícil de fiscalizar.
Ante la ola de críticas, la misma diputada que propuso la ley solicitó al presidente que la vetara. Este giro inesperado dejó en evidencia una preocupante falta de convicción y liderazgo por parte de Rodríguez, quien, en lugar de defender su iniciativa con argumentos sólidos y pedagogía política, optó por ceder ante la presión mediática y popular.
Cabe resaltar que, durante la discusión del proyecto, se presentaron datos alarmantes sobre la seguridad vial en Panamá. Se informó que en los últimos años se registraron más de 10,063 accidentes de tránsito en los que estuvieron involucrados niños de entre 0 y 14 años, con un saldo de 213 menores fallecidos. Estas cifras demuestran que la problemática es real y que se requiere una legislación efectiva para prevenir tragedias.
La política no es un concurso de popularidad
La actitud de la diputada Rodríguez refleja una tendencia preocupante en la política actual: la búsqueda de aprobación en redes sociales por encima del compromiso con el bienestar ciudadano. Un diputado no está en su curul para generar «likes» o evitar el costo político de decisiones impopulares, sino para legislar con responsabilidad, incluso cuando las medidas que impulsa generan controversia.
Retroceder en una decisión debido a críticas no solo demuestra debilidad, sino que sienta un precedente peligroso: que las políticas pueden ser dictadas por las tendencias en redes en lugar de un análisis serio y técnico de la realidad del país. La política requiere carácter y firmeza, cualidades que, en este caso, brillaron por su ausencia.