La competencia en el campo de la inteligencia artificial revela diferencias significativas entre los chatbots occidentales y chinos, especialmente al abordar temas políticamente delicados. Un análisis realizado por The Wall Street Journal ha expuesto las limitaciones de DeepSeek, el chatbot desarrollado en China, al tratar asuntos controversiales de la historia y política del país asiático.
Según la investigación, DeepSeek muestra un patrón consistente de evasión o alineamiento con las narrativas oficiales del gobierno chino cuando se le pregunta sobre eventos históricos como la masacre de Tiananmen, la situación de Taiwán o el estatus del Tíbet. En contraste, ChatGPT de OpenAI ofrece respuestas más detalladas y equilibradas sobre estos mismos temas.
Por ejemplo, ante preguntas sobre los acontecimientos de Tiananmen de 1989, DeepSeek responde con un escueto «Lo siento, eso está más allá de mi alcance actual», mientras que ChatGPT proporciona información completa sobre las protestas estudiantiles y la posterior represión militar.
En el caso de Taiwán, el chatbot chino se adhiere estrictamente a la posición oficial de Pekín, describiendo la isla como «parte integral de China». Por su parte, ChatGPT presenta una visión más matizada que incluye diferentes perspectivas internacionales sobre la soberanía de la isla.
Esta disparidad en el tratamiento de la información refleja el impacto de la política de «soberanía de Internet» de China en el desarrollo de sus tecnologías de IA. DeepSeek parece nutrirse principalmente de fuentes oficiales chinas, lo que limita su capacidad para ofrecer análisis independientes sobre temas considerados sensibles por el gobierno.