Un país al borde del quiebre, Autor: Carlos F. Castillo
Panamá no vive una simple crisis política: vive una crisis de credibilidad histórica. Tras el quinquenio 2019–2024, el país quedó marcado por una sensación colectiva de saqueo, improvisación y silencio cómplice. Un Estado debilitado, instituciones erosionadas y una ciudadanía que exige respuestas. En ese contexto, surgen dos nombres que no ocuparon titulares, pero que estuvieron siempre allí, en la antesala del poder real.
El poder que no firma, pero todo lo sabe
Nadia del Río y Ana María Zuleta no fueron presidentas ni vicepresidentas. No firmaron decretos ni dieron conferencias de prensa. Pero vieron, escucharon, coordinaron y filtraron. Fueron las manos derechas de Laurentino “Nito” Cortizo y Gabriel Carrizo, respectivamente. Y en política, quien está tan cerca del poder no es inocente por omisión.
Las asistentes de un presidente y de un vicepresidente no son secretarias administrativas. Son guardianas de agendas, filtros de información, testigos de pasillo y, muchas veces, operadoras silenciosas. Conocen reuniones que no figuran en actas, llamadas que no quedan registradas, nombres que nunca aparecen en documentos oficiales.
Durante el periodo que muchos panameños ya califican como el más oscuro en términos de desgobierno, opacidad y sospechas desde 1903, ellas estuvieron en el centro del huracán… sin mojarse públicamente.
El silencio también gobierna
Mientras el país se incendiaba socialmente, mientras la Caja del Seguro Social se deterioraba, mientras la deuda crecía y la confianza se evaporaba, ellas siguieron ahí. Día tras día. Año tras año.
Aquí surge la gran pregunta histórica:
- ¿No vieron nada?
- ¿No escucharon nada?
- ¿No sospecharon nada?
O peor aún: ¿Vieron, escucharon y entendieron… y callaron?
En la política real, el silencio no es neutral. El silencio protege. Y quien protege al poder corrupto —si es que lo hubo— se convierte en parte del problema, aunque no figure en los organigramas.
Tres caminos, una decisión histórica
Hoy, Nadia del Río y Ana María Zuleta enfrentan un dilema que no es jurídico solamente, sino moral e histórico:
1. Asistentes
Defender la narrativa de que solo cumplían órdenes, que eran piezas técnicas sin capacidad de decisión. El camino de la comodidad… y del olvido.
2. Cómplices por silencio
Aceptar, tácitamente, que supieron demasiado y eligieron callar. El peso de cargar con una historia que tarde o temprano sale a la luz.
3. Delatoras
Romper el pacto no escrito del poder. Contar lo que vieron, lo que saben, lo que se ocultó. Convertirse en las voces que expliquen cómo se manejó realmente el país desde los pasillos del Palacio.
La historia panameña está llena de nombres que callaron… y muy pocos que se atrevieron a hablar.
El fuego de la verdad
Panamá no necesita más excusas ni más pactos de silencio. Necesita verdad, aunque queme. Porque cuando el poder se ejerce en la oscuridad, siempre hay testigos. Y esos testigos, tarde o temprano, deberán decidir si pasan a la historia como sombras del sistema o como la chispa que lo incendió todo para limpiarlo.
Nadia del Río.
Ana María Zuleta.
El país ya no les pregunta ¿qué hicieron?
Les pregunta ¿qué van a hacer ahora?
Porque a veces, una sola voz desde adentro puede cambiar para siempre la historia política de una nación.
Panamá Noticias Network Panamá Noticias Network, Tu Portal con las Mejores Noticias de Panamá y el Mundo.
