Cristiano y Maradona: dos cuerpos que revelan las heridas del alma

Cristiano y Maradona: dos cuerpos que revelan las heridas del alma

Dos fotos, dos hombres, dos leyendas. Cristiano Ronaldo y Diego Armando Maradona, ambos retratados a los 40 años. Los dos nacieron en la pobreza, los dos conquistaron el planeta fútbol, los dos se convirtieron en héroes eternos. Pero cuando miramos con detenimiento sus cuerpos —esas casas donde habita nuestra historia— descubrimos que no cuentan lo mismo.

No se trata solo de disciplina frente a descontrol.
No es una lucha entre gimnasio y excesos.
No es un simple “mirá cómo terminó uno y cómo terminó el otro”.
Es algo más profundo. Más humano. Más doloroso.

Sus cuerpos hablan del modo en que cargaron la vida, la infancia y el peso de sus clanes familiares.

Cristiano es el niño que se hizo hombre demasiado pronto.
El hijo que entendió que debía salvar a su madre.
El que transformó la exigencia en perfeccionismo extremo.
Su cuerpo, esculpido al límite, grita una sola cosa:
“Si no soy perfecto, no valgo”.

Cada músculo es una capa de control, de sacrificio, de protección. Una armadura para no quebrarse jamás.

Maradona, en cambio, fue el hijo amado por millones, pero nunca por sí mismo.
El niño eterno de una madre omnipresente, el heredero del dolor de los excluidos.
El que llevó el barrio en la piel, las heridas en los huesos y la fidelidad como condena.
Su cuerpo —agotado, hinchado, vulnerable— no habla de desorden, sino de carencias, rabia, heridas abiertas.

Mientras Cristiano convirtió su trauma en disciplina,
Maradona convirtió el suyo en exceso.
Uno usó la exigencia como estructura.
El otro, el dolor como combustible.

Mirados desde una perspectiva sistémica, no fueron únicamente futbolistas.
Fueron hijos de historias no contadas, portadores de duelos heredados y códigos invisibles.

Porque el alma herida se expresa en la voz,
pero el alma ignorada…
se manifiesta en el cuerpo.

Entonces, la pregunta no es quién está mejor o peor,
sino ¿qué parte de vos resuena en cada uno?
¿Con cuál te incomodás más… y por qué?
¿A cuál rechazás… y a cuál admirás sin cuestionarlo?

Quizás no existen los héroes perfectos ni los villanos caídos.
Solo existen cuerpos que gritan lo que el sistema, las familias y la historia callaron.

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