Recorrer Santa Ana con Kira Ponce es como caminar junto a una hija del barrio que no olvida su origen ni el legado de lucha que corre por sus venas. Con paso firme, mirada clara y corazón torrijista, la representante ha convertido su gestión en una cruzada por devolverle a este corregimiento su brillo y, sobre todo, su dignidad.
Una heredera de las luchas sociales
Kira Ponce no solo nació en Santa Ana: nació en medio de las ideas, del pensamiento popular y del compromiso con el pueblo. Su formación viene de las bases torrijistas, de los tiempos en que “el que más consulta, menos se equivoca”, y en los que la política era servicio, no privilegio.
“Lo aprendí desde niña: al pueblo no se le representa desde el aire acondicionado, sino desde el polvo de las calles”, dice mientras camina por los pasillos de una barraca, saludando por nombre propio a abuelos, niños y vendedores.
El patrullaje que no sale en las noticias
Mientras otros hacen conferencias, Kira patrulla. A diario. A veces sin escolta, sin cámaras y sin anunciarlo. Entran con ella a las casas, a las esquinas, a los callejones que otros ignoran. Esa rutina se ha convertido en su estilo de trabajo, su sello: presencia real, acompañamiento directo y acción inmediata.
No es un show, es costumbre. Y ese “patrullaje social” ha empezado a rendir frutos: la comunidad la ve como una más, pero también como una que sí puede resolver.
Más seguridad, más presencia del Estado
Uno de sus focos más firmes ha sido el tema de la seguridad. Con reuniones constantes con estamentos policiales, gestiones ante el Ministerio de Seguridad y un enfoque en la prevención desde lo social, Kira ha logrado encender las alarmas en las zonas de mayor vulnerabilidad y poner en marcha planes de iluminación, vigilancia, recuperación de espacios y participación vecinal.
“Sin seguridad no hay libertad, y sin libertad no hay desarrollo”, señala con convicción.
Aliada del comercio y defensora de la Peatonal
Santa Ana también vive de su economía popular, y en la Peatonal, los comerciantes, emprendedores y empresarios la han encontrado como una aliada que escucha y actúa. Kira ha promovido mesas de trabajo para la formalización de negocios, mejoramiento del entorno urbano y la gestión de incentivos para dinamizar esta zona que ha sido abandonada por años.
Ella lo sabe: si se reactiva la peatonal, se reactiva el corazón comercial de la ciudad antigua.
La mujer torrijista que representa con hechos
Kira Ponce encarna la línea más pura del torrijismo: el que se vive en la calle, el que busca justicia social, el que valora al pueblo como el verdadero protagonista del desarrollo.
“Yo no vine a buscar poder, vine a usar el poder para servir”, repite como mantra.
Hoy, Santa Ana vuelve a tener voz, vuelve a tener gestión, vuelve a tener a alguien que no se esconde cuando hay problemas. Porque cuando una hija del barrio lidera, no hay promesa vacía: hay acción.