Nací en una familia torrijista y, desde mis 16 años, abracé con convicción los principios del torrijismo como militante de las Juventudes del PRD. Han pasado más de 42 años desde aquel compromiso inicial, y hoy, con la misma fuerza y el mismo amor por este país, levanto mi voz para defender el legado que nos forjó.
Después de la derrota más dura que ha enfrentado nuestro Partido, tenemos la responsabilidad histórica de reconstruirnos desde la base, desde la gente, desde el alma del torrijismo. Y es precisamente en ese renacer donde todas las corrientes de pensamiento progresista deben tener espacio, voz y voto dentro del CEN del PRD.
No podemos repetir los errores del pasado ni permitir que el partido se cierre sobre sí mismo.
He escuchado compañeros decir que “La línea es el bloque”, como si pensar distinto fuera una traición. Poco han comprendido la verdadera “Línea” que nos enseñó Omar: la línea del pueblo, la línea de la justicia social, la línea de la dignidad nacional. El torrijismo nunca temió al debate; al contrario, se fortaleció con él.
Hoy observo con preocupación la intención de convertir al CEN en una extensión de la Asamblea. ¿Acaso no hemos aprendido nada? En la última elección, el PRD sostuvo un 30% de respaldo real en el Poder Popular.
Fueron nuestros alcaldes y representantes —los que trabajan diariamente con la comunidad, los que caminan las calles, los que sienten la esperanza y el dolor del pueblo— quienes mantuvieron viva la fuerza del partido. Y ahora pareciera que queremos relegarlos.
En el CEN ya hay dos extraordinarios diputados: Benicio Robinson, quien guste o no representa esa mezcla torrijista de negro, indio, obrero y dirigente que Omar describía como la esencia de nuestra identidad; y Raúl Pineda, símbolo de una juventud que, nacida en la humildad más profunda, supo abrirse camino con esfuerzo y compromiso. Ellos son, legítimamente, la presencia de la Asamblea dentro del CEN.
Pero ahora es tiempo de que el Poder Popular tenga la suya.
Darle espacio a esos representantes y alcaldes electos, que demostraron liderazgo real y legítimo en las urnas, no es un favor: es hacer justicia con la historia, es honrar a Omar Torrijos, es escuchar al pueblo que nunca nos abandonó.
Por ello, no veo necesario ni correcto sumar un diputado más al CEN del PRD. El Directorio Nacional, expresión máxima del liderazgo auténtico del torrijismo, sabrá escoger a los mejores. No tengo la menor duda.
La misión del próximo CEN es monumental: reconstruir desde las cenizas y preparar al Partido para una nueva era, impulsando una reestructuración profunda en menos de 12 meses.
No será fácil, pero nada grande en la historia de este país lo ha sido.
Recuerdo siempre las palabras del Comandante:
“La misión de un dirigente es ser imprescindible por el menor tiempo posible.”
Esa frase no es un adorno: es un mapa. Es la guía hacia un liderazgo humilde, temporal, y profundamente comprometido con dejar algo mejor para quienes vienen detrás.
Hoy más que nunca, debemos recuperar el orgullo de ser torrijistas.
Volvamos al origen, retomemos la mística, honremos la memoria del líder que nos enseñó a luchar por un Panamá más justo.
Levantemos, con esperanza y unidad, el Partido de OMAR TORRIJOS.
Porque el PRD renacerá… y será con todos, o no será.
El autor Aldo López Tirone es candidato a La Primera Vicepresidencia del CEN en la casilla numero 4
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