Mulino mira a Darién como ningún otro gobernante antes

Mulino mira a Darién como ningún otro gobernante antes

Cuando la historia de Panamá se escriba con honestidad, se reconocerá que José Raúl Mulino entendió el valor estratégico y humano de Darién como ningún presidente anterior. La provincia que durante décadas fue olvidada y usada como discurso electoral, hoy comienza a vivir una verdadera transformación bajo un gobierno que llegó a hacer, no a prometer.

Durante su reciente Consejo de Gabinete en Metetí, Mulino no llevó solo palabras: llevó hechos y proyectos concretos. Anunció la entrega del nuevo hospital de Metetí para 2026, una obra que estuvo abandonada más de 10 años por politiquería y que hoy avanza a paso firme con un 45% de ejecución y más de 350 empleos directos. Este hospital no será cualquier centro médico: 139 camas, 5 quirófanos y servicios de primera línea como pediatría, ginecología, odontología y hemodiálisis para más de 80 mil panameños de Darién y Chepo. Es transformar años de abandono en esperanza tangible.

Pero Mulino no se detiene ahí. Darién verá un programa de conservación y desarrollo comunitario de B/. 9.6 millones, financiado con apoyo del Banco Mundial, que además moviliza más de B/. 35 millones adicionales. Este proyecto creará empleos verdes y sostenibles, apostando por reforestación, agroforestería, agricultura orgánica y turismo comunitario. Por primera vez, proteger el bosque y generar prosperidad para los darienitas no son ideas opuestas, sino políticas de Estado.

A esto se suma un programa de empleo y capacitación laboral, la construcción de mil viviendas de interés social y un plan de lotificación masiva para entregar tierras tituladas con servicios básicos. Los proyectos olvidados por gobiernos anteriores, esta administración los rescata y los hace realidad. Y como la conectividad es clave para el desarrollo, el MOP rehabilitará las calles de Metetí y Santa Fe, beneficiando a 15 mil personas y a toda la cadena productiva de la región.

Mulino también dejó claro que Darién no es solo un tema de infraestructura, sino de dignidad humana. La solución al fenómeno migratorio irregular, que drenaba cerca de 100 millones al Estado, fue más que un ahorro económico: fue una respuesta humanitaria y de seguridad nacional. Hoy, Darién puede comenzar a reorientar su economía hacia actividades lícitas y sostenibles, sin depender de un flujo migratorio incontrolable.

Mientras otros gobiernos se excusaban, este ejecuta: más agua potable con la modernización de plantas del IDAAN, reducción de la mora quirúrgica con programas como el “Cataratón” y la nueva sala de hemodiálisis, y una política firme de seguridad con más tecnología, más incautaciones de droga y presencia efectiva en las calles.

Mulino habla con hechos: en menos de un año ha mostrado una administración que escucha, que recorre el país, que no se encierra en Palacio. Darién es la prueba más contundente de que cuando hay voluntad y liderazgo, no hay región condenada al olvido.

Los gobiernos se miden por su capacidad de transformar vidas. En Darién, José Raúl Mulino está cumpliendo. “Para eso me levanto todos los días, para cambiar las cosas”, dijo. Y Darién, por fin, está cambiando.

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