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Panamá vuelve a escuchar el eco del Chen-Chen, no como un ruido pasajero, sino como el pulso de una nación que empieza a moverse con fuerza. Ese sonido anuncia inversión, empleo, desarrollo y confianza. Y en el centro de este despertar está el presidente José Raúl Mulino, quien ha dejado claro que su misión no es administrar inercias, sino sacudir al país con obras que trasciendan y transformen.
El informe presentado por el ministro de Obras Públicas, José Luis Andrade, ante Mulino y su Gabinete, no es un simple balance técnico: es una señal clara de que llegó la hora de cumplir. Más de mil millones de balboas en proyectos ya están en marcha, distribuidos en 41 obras estratégicas que van desde la rehabilitación de caminos hasta corredores que marcarán el futuro de nuestra conectividad.
Detrás de estas cifras hay un mensaje poderoso: el progreso regresa al terreno, a las comunidades, a las manos de miles de panameños que encontrarán en estas obras más de 30 mil empleos directos. Es la economía real, la que alimenta familias, la que llena mesas, la que devuelve dignidad.
Mulino ha sido categórico: cada balboa invertido debe traducirse en beneficio colectivo. Por eso, el ahorro de más de 8 millones de balboas en licitaciones de junio no es casualidad, es ejemplo de eficiencia, de transparencia y de un nuevo estilo de gobernar. Un estilo donde se privilegia el futuro del país sobre los intereses de unos pocos.
Los proyectos son vastos y diversos: la variante de Campana, columna vertebral del Corredor de las Playas; el carril exclusivo de MiBus en Vía España; la ampliación de la Omar Torrijos hacia el Centenario; y la ambiciosa carretera Panamericana Oeste bajo el modelo APP. Cada uno de ellos tiene un propósito mayor: destrabar la movilidad, atraer inversión y elevar la calidad de vida de los ciudadanos.
Y el plan no se queda en las grandes urbes. El cronograma para enero traerá nuevas licitaciones en vías como la CPA – Punta Chame, Santiago-Soná, Portobelo – El Cruce – Cuango y la José Agustín Arango – Cerro Azul – Pacora. Son proyectos que, más allá del asfalto, abren caminos al turismo, al comercio, a la integración y al desarrollo inclusivo.
A la par, el plan “Tapahuecos” ya impacta directamente a más de un millón de habitantes en David, Boquete, Santiago, Penonomé, La Chorrera, Arraiján, Capira, Tocumen, Pacora, Volcán, Chitré y Ocú. No se trata de remiendos, se trata de respuestas concretas a problemas que la gente siente todos los días.
La gran diferencia de este momento histórico es que Mulino no habla de promesas, sino de obras que ya tienen cronograma, presupuesto y dirección.
El país necesitaba volver a creer, y el Chen-Chen de la inversión en infraestructura es hoy la melodía que devuelve confianza y esperanza.
Porque cuando un gobierno logra que las licitaciones no sean trámites engavetados, sino motores de empleo; cuando el ahorro se convierte en obras adicionales; cuando la inversión se traduce en movilidad, turismo y bienestar, entonces sí se puede hablar de un país en marcha, con rumbo y con futuro.
El liderazgo de José Raúl Mulino está marcando la diferencia. Su visión es clara: invertir en lo que une, no en lo que divide; construir lo que perdura, no lo que se olvida; y poner a Panamá en movimiento con la fuerza de su gente y el empuje de sus obras.
El Chen-Chen ya suena. Y con Mulino al timón, Panamá vuelve a creer que el futuro se construye sobre asfalto sólido, empleos dignos y un gobierno que cumple.
“Mulino gobierna para construir el Panamá que merecemos”
