La selva del Darién, un territorio inhóspito en la frontera entre Panamá y Colombia, se ha convertido en un cementerio silencioso para cientos de migrantes que buscaban un futuro mejor en Estados Unidos. Entre 2022 y 2024, casi un millón de personas, incluyendo hombres, mujeres y niños, se aventuraron a cruzar esta peligrosa ruta, dejando a su paso una estela de muerte y desesperación. Las autoridades panameñas, junto con organizaciones humanitarias, enfrentan ahora el arduo desafío de identificar los restos de al menos 220 migrantes recuperados en la selva, una tarea que podría llevar meses, pero que ofrece un rayo de esperanza a familias que buscan respuestas.
El Dr. José Vicente Pachar, director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IMELCF) de Panamá, lidera este esfuerzo humanitario. «Muchas familias de migrantes ni siquiera saben que los cuerpos quedaron en el Darién, simplemente perdieron contacto», explica Pachar. Las víctimas provienen de diversos países, incluyendo Venezuela, Ecuador, Colombia, e incluso de África y Asia. Para Pachar y su equipo, cada análisis forense es un recordatorio de que detrás de cada cuerpo hay una familia esperando.
La travesía por el Darién es extremadamente peligrosa. Edwin Viales, del Proyecto Migrantes Desaparecidos de la OIM, señala que los traficantes a menudo engañan a los migrantes, prometiendo un viaje de tres días que en realidad puede durar entre 10 y 12. La falta de preparación, la violencia, los accidentes y las enfermedades son solo algunos de los peligros que enfrentan. La OIM ha registrado la muerte de 546 personas entre 2014 y 2025, pero se estima que el número real podría ser mucho mayor.
Identificar a las víctimas es un proceso complejo. Muchos migrantes no portan documentos de identidad o utilizan documentos falsos. Las condiciones ambientales de la selva dificultan la conservación de los restos. Sin embargo, el IMELCF está utilizando tecnología avanzada, como análisis genéticos y la creación de una base de datos de ADN, para tratar de establecer los orígenes de los fallecidos y facilitar la identificación.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) está colaborando con las autoridades panameñas para crear nichos humanitarios y brindar apoyo a las familias de los desaparecidos. Alexandre Le Breton, jefe de la misión del CICR en Panamá, subraya la importancia de que las familias reporten la desaparición de sus seres queridos a las autoridades locales y a las oficinas de la Cruz Roja. La recolección de muestras de ADN en los países de origen podría ser crucial para el proceso de identificación.
A pesar de los desafíos, las autoridades panameñas y las organizaciones humanitarias están comprometidas a hacer todo lo posible para identificar a las víctimas del Darién y brindar consuelo a sus familias. «La incertidumbre de no saber dónde terminó un ser querido debe ser una tristeza muy grande. Y si podemos hacer algo para mitigar ese drama humano que ha generado la situación, nosotros estamos dispuestos a hacer lo que podamos», afirma Pachar. Este esfuerzo representa un paso importante para honrar la memoria de quienes perdieron la vida en busca de un sueño y para brindar un cierre a sus seres queridos.