Por: Carlos B Castillo, Periodista Investigativo.
Durante el gobierno de Laurentino “Nito” Cortizo, el poder no se concentraba en una sola figura, sino que se ramificaba silenciosamente en tres ejes bien definidos, tres clanes con intereses propios, influencias separadas y alianzas que se entrelazaban en la sombra.
Los pasillos del Palacio de las Garzas los conocían bien: Gaby Carrizo, Nadia del Río y Roy Cortizo. Tres nombres que, aunque distintos, tejieron la verdadera telaraña del poder tras el trono presidencial.
💼 El eje Carrizo: del despacho a la fortuna
Gaby Carrizo, el vicepresidente que soñó con ser presidente, fue el rostro visible de la continuidad. Su despacho, su séquito y su estilo de “ejecutivo joven” escondían —según voces internas— una maquinaria política aceitada por contratos, licitaciones selectas y jugadas financieras que hoy están bajo la lupa.
Fue el ahijado político y personal de Nito, su protegido más visible.
Pero el cuento de la lealtad terminó en titulares judiciales: secuestro de bienes, investigaciones abiertas y una caída que muchos anticipan es solo el comienzo.
El “Clan Carrizo” controlaba los accesos económicos del gobierno: proyectos estratégicos, concesiones energéticas, obras y presupuestos institucionales donde cada decisión valía millones.
Hoy, ese entramado se desmorona pieza por pieza.
👩🏻💻 El eje Del Río: la red silenciosa del poder
En el segundo eje del triángulo aparece Nadia del Río, la mujer que no levantaba la voz, pero movía hilos con precisión quirúrgica.
Su influencia no estaba en discursos ni en cámaras, sino en el manejo discreto de estructuras dentro del gobierno y los contratos que pasaban por debajo del radar.
Los allegados la describen como la estratega invisible, una figura clave en la administración de recursos y en la conexión entre poder político y sectores privados.
Su nombre —que durante años se mantuvo lejos del escándalo— ahora empieza a figurar en conversaciones que huelen a auditorías, movimientos financieros y vínculos con empresas que crecieron misteriosamente durante la gestión.
Nadia no necesitó reflectores: su poder era el silencio y la información.
Y en Panamá, eso vale oro. 🕵♀💰
🧠 El eje Cortizo: la sangre y la sombra
El tercer vértice del poder lo ocupa Roy Cortizo, hermano del expresidente y pieza de confianza familiar.
Mientras Gaby ejecutaba y Nadia articulaba, Roy tejía desde las sombras el entramado político-empresarial que unía intereses familiares y contratos estatales.
No lo dice PNN, lo dijo Ricardo Martinelli en su momento, en declaraciones explosivas donde mencionó a Roy como parte del círculo íntimo que “manejaba los hilos detrás de Nito”.
Su presencia era constante, su nombre poco visible, pero su influencia en sectores estratégicos —logística, obras públicas y negocios vinculados a asesorías estatales— era conocida por todos los que tocaban las puertas del poder.
Roy representaba el linaje del control familiar, la extensión natural del apellido Cortizo dentro del gobierno. Un apellido que abría puertas… y cerraba bocas.
⚖ Tres clanes, un solo poder
Aunque cada uno operaba con autonomía, los tres compartían un mismo objetivo: mantener el control del aparato político y económico durante los cinco años de gobierno.
Carrizo, el rostro político.
Del Río, la estratega silenciosa.
Cortizo, el poder familiar.
Tres líneas independientes que formaron un triángulo perfecto de influencia.
Un triángulo que, con el paso del tiempo, empezó a mostrar grietas, rivalidades internas y traiciones disfrazadas de lealtad.
Hoy, mientras la justicia y la opinión pública ponen la lupa sobre Gaby Carrizo, los focos también empiezan a girar hacia Nadia y Roy.
Y el país entero observa cómo el poder, una vez más, se derrumba desde adentro.
📰 PNN – Donde el poder se desnuda.
📍 Investigación en desarrollo.
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