Tras una semana de la ofensiva rusa sobre Kharkiv, los frentes de batalla en Ucrania se han intensificado. Mientras las tropas de Putin ensanchan el frente de ataque en la región nororiental, Kiev responde con bombardeos en la retaguardia rusa, en una muestra de la guerra de desgaste que se avecina.
Según el jefe del Ejército ucraniano, Oleksandr Sirski, Rusia ha logrado expandir la «zona de hostilidades activas» en casi 70 kilómetros, obligando a Ucrania a desplegar más reservas. Sin embargo, Kiev insiste en que las fuerzas rusas no han traspasado sus principales líneas defensivas.
Por su parte, el Kremlin afirma que sus tropas siguen «adentrándose» en las posiciones ucranianas, tomando 12 localidades en la frontera. Putin aseguró que el objetivo no es tomar la ciudad de Kharkiv, sino crear una «zona colchón» para alejar el fuego enemigo de la frontera rusa.
Ante esta estrategia de debilitamiento, Ucrania necesita más tropas, armamento y munición. Zelensky ha firmado una ley que permitirá enviar a presos comunes al frente, y una nueva ley de movilización dificultará eludir las obligaciones militares a partir de este sábado.
Mientras tanto, Kiev ha intensificado sus ataques en la retaguardia rusa. Un ataque masivo con drones ha dejado sin luz a parte de Sebastopol, en la península ocupada de Crimea, alcanzando una subestación eléctrica. Además, los drones ucranianos han golpeado infraestructuras ferroviarias y una refinería en Novorosíisk, en la región rusa de Krasnodar.
Con ambos bandos intensificando sus esfuerzos bélicos, la guerra en Ucrania se encamina hacia una prolongada contienda de desgaste, con Kharkiv como uno de los principales escenarios de esta nueva fase del conflicto.