En un movimiento audaz que desafía las líneas convencionales del conflicto, Ucrania ha llevado su campaña de sabotaje al corazón de Rusia. Un ataque con drones atribuido a Kiev ha provocado el descarrilamiento de un tren de mercancías y un incendio en un depósito de diésel en la región meridional rusa de Volgogrado, dejando a su paso varios centenares de metros de vías destrozadas.
Aunque las autoridades rusas se han limitado a mencionar una «interferencia de personas no autorizadas», los informes sugieren que esta acción fue orquestada por fuerzas ucranianas. Las imágenes impactantes muestran vagones de mercancías esparcidos junto a una vía férrea y una columna de humo elevándose desde el lugar del incidente.
Lo más significativo es que la vía atacada conduce al arsenal principal de misiles y artillería del Ministerio de Defensa ruso, lo que convierte este acto en un golpe directo a la logística militar de Moscú. Ucrania, aunque sin reivindicar oficialmente la acción, ha celebrado lo que califica como «una buena noticia» en su guerra sin cuartel contra la invasión rusa.
Pero el sabotaje no se limita a Volgogrado. En el frente norte, la situación en la región de Kharkiv se ha intensificado, con Rusia lanzando una ofensiva transfronteriza y Ucrania luchando por estabilizar la zona. Según el jefe de la inteligencia militar ucraniana, Kirilo Budánov, las tropas de Kiev están logrando contener los avances rusos, desacreditando los supuestos «éxitos significativos» de Moscú.
Esta escalada de acciones de sabotaje y combates en múltiples frentes sugiere que Ucrania está dispuesta a llevar la guerra más allá de sus fronteras, golpeando las infraestructuras militares y de transporte rusas en un intento por socavar el esfuerzo bélico de su enemigo. La pregunta es: ¿hasta dónde llegará esta campaña de desestabilización? Solo el tiempo dirá si estas acciones audaces aceleran el fin del conflicto o si, por el contrario, avivan aún más las llamas de una guerra que amenaza con extenderse sin control.