Donald Trump, en una conversación con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, exploró la posibilidad de que Ucrania atacara objetivos militares dentro de Rusia si Estados Unidos proporcionaba el armamento necesario. Esta revelación, reportada por el Financial Times y The Washington Post, marca un giro inesperado en la postura del expresidente Trump sobre el conflicto en Ucrania, alejándose de su promesa de campaña de reducir la implicación militar estadounidense en el extranjero.
Según fuentes familiarizadas con la conversación, Trump preguntó directamente a Zelensky si Ucrania tenía la capacidad de atacar Moscú y San Petersburgo. Zelensky respondió afirmativamente, indicando que podrían hacerlo si recibían las armas adecuadas. Trump, al parecer, respaldó esta estrategia como una forma de «hacerles [a los rusos] sentir el dolor» y obligar al Kremlin a negociar una solución al conflicto.
Un funcionario occidental, al tanto de la llamada, interpretó esta conversación como un reflejo de un creciente interés entre los aliados occidentales de Ucrania por suministrar armas de largo alcance que permitan llevar la guerra al territorio ruso, una idea que, según los informes, ha circulado en privado entre funcionarios estadounidenses.
Tras esta conversación, se dice que Estados Unidos proporcionó a Ucrania una lista de posibles sistemas de armas durante una reunión en Roma. Esta lista incluía sistemas de ataque de largo alcance que podrían llegar a Ucrania a través de transferencias de terceros países, un mecanismo que permitiría a Trump eludir la necesidad de aprobación del Congreso para la ayuda militar directa. Entre las solicitudes ucranianas figuraban los misiles Tomahawk, misiles de crucero de precisión con un alcance aproximado de 1.600 kilómetros.
Sin embargo, tanto la administración Trump como la de Joe Biden han expresado reservas sobre la falta de moderación de Ucrania en el uso de este tipo de armamento. A pesar de estas reservas, Trump anunció un plan para suministrar a Ucrania sistemas de defensa aérea Patriot y misiles interceptores, aunque no mencionó el envío de otros sistemas de armas.
El presidente estadounidense también manifestó su descontento con Rusia y su líder por la ausencia de avances hacia un acuerdo para poner fin a la guerra. «Estoy muy decepcionado con el presidente [Vladimir] Putin, porque pensé que habríamos alcanzado un acuerdo hace dos meses», declaró Trump.
Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, restó importancia a la postura de Trump, calificándola de «ultimátum teatral». Sin embargo, fuentes conocedoras de las conversaciones entre Estados Unidos y Ucrania sobre estrategia militar señalaron que uno de los sistemas discutidos fue el Army Tactical Missile System (Atacms).
Ucrania ha empleado misiles Atacms suministrados por Estados Unidos, con un alcance de hasta 300 kilómetros, para atacar objetivos en territorios ocupados por Rusia y, en ocasiones, en el interior de Rusia. Estos misiles, lanzados desde sistemas HIMARS entregados por la administración Biden, no tienen el alcance suficiente para llegar a Moscú o San Petersburgo.
Rusia ha amenazado en repetidas ocasiones con atacar objetivos occidentales en respuesta al suministro de armamento avanzado a Ucrania, aunque hasta ahora no ha materializado esas amenazas. Tras el primer uso ucraniano del sistema Atacms contra objetivos militares en territorio ruso en noviembre pasado, Putin afirmó que la guerra había «adquirido elementos de carácter global» y respondió con el lanzamiento de prueba del Oreshnik, un misil experimental de alcance intermedio, sobre la ciudad de Dnipró.
Además de los misiles, Ucrania ha empleado drones suicidas para atacar objetivos estratégicos en Rusia, incluyendo la flota de bombarderos estratégicos del país. Al menos 12 aeronaves resultaron gravemente dañadas o destruidas en lo que Kiev denominó Operación Telaraña.