En un movimiento que ha intensificado la tensión global, Rusia ha puesto en servicio el temido misil intercontinental Bulava, capaz de superar las defensas antimisiles de Estados Unidos y portar hasta diez ojivas nucleares con un alcance de 9.000 kilómetros. Esta decisión, firmada por el presidente Vladimir Putin el mismo día de su investidura, consolida el poder nuclear ruso y envía un mensaje contundente al mundo.
El Bulava, desarrollado durante décadas por el Instituto de Termotecnia de Moscú, es uno de los pilares fundamentales de la tríada nuclear rusa, junto con los misiles Tópol de emplazamiento terrestre y los bombarderos nucleares. Diseñado para ser lanzado desde submarinos atómicos de última generación, este misil representa una amenaza silenciosa y letal que puede emerger de las profundidades marinas.
Aunque su desarrollo ha estado plagado de contratiempos y costosos retrasos, los Bulava han superado las pruebas más rigurosas, demostrando su capacidad para alcanzar objetivos a miles de kilómetros de distancia. Con el respaldo de Putin, Rusia está decidida a mantener la paridad nuclear con Estados Unidos, al menos durante las próximas décadas.
En un mundo cada vez más tenso, donde las advertencias de conflicto nuclear se han intensificado desde el inicio de la guerra en Ucrania, la entrada en servicio del Bulava no hace más que elevar la apuesta. Rusia ha dejado claro que su arsenal nuclear está «siempre alerta» y preparado para responder a cualquier intervención directa de la OTAN.
Mientras tanto, Moscú no descuida su flota de submarinos nucleares, pieza clave en su estrategia de disuasión. Con planes para construir dos nuevos submarinos al año y una flota que ya es la segunda más grande del mundo, Rusia se asegura de mantener su capacidad de proyección de fuerza a escala global.
En un escenario geopolítico cada vez más volátil, el despliegue del misil Bulava representa un recordatorio sombrío de las implacables capacidades militares de Rusia y su determinación por mantener su estatus como potencia nuclear de primer orden.