En un movimiento que ha causado alarma en la comunidad internacional, Nicaragua ha anunciado la apertura de relaciones diplomáticas con el Emirato Islámico de Afganistán, gobernado por el Talibán. Esta decisión convierte a Nicaragua en el único país de las Américas y el quinto a nivel mundial en designar un embajador ante el régimen talibán.
Esta acción podría exponer a Nicaragua a sanciones vinculadas al terrorismo, dado que Estados Unidos ha designado a los talibanes como Terroristas Globales Especialmente Designados (SDGT) según la Orden Ejecutiva 13224.
El acercamiento de Nicaragua al Talibán representa un peligro potencial para toda Centroamérica. Países vecinos como Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá deberían estar en alerta máxima ante esta situación. La presencia de un actor como el Talibán en la región podría exacerbar la ya frágil situación democrática y de seguridad en el área.
Además, esta decisión podría facilitar un aumento en la migración ilegal hacia Estados Unidos. Nicaragua ha recibido más de 1,000 vuelos con migrantes de países con regímenes totalitarios o terroristas en el último año, y se teme que Afganistán pueda recibir un trato similar.
El precedente sentado por Nicaragua podría abrir las puertas para que otras dictaduras en la región, como Cuba, Venezuela y Bolivia, también establezcan relaciones con el Talibán. Esto, sumado a los estrechos lazos que estos países ya mantienen con regímenes como Irán y Rusia, plantea serias preocupaciones para la seguridad hemisférica.
La comunidad internacional debe responder de manera congruente, proporcional y oportuna ante estas nuevas amenazas. La indiferencia o el apaciguamiento podrían tener graves consecuencias para la estabilidad y seguridad de la región.