Tras dos años de intensos conflictos entre el grupo terrorista Hamas e Israel, la ciudad de Gaza se encuentra en un estado de devastación sin precedentes. Las imágenes aéreas revelan un paisaje desolador, un mosaico interminable de escombros donde la vida lucha por resurgir entre ruinas y polvo. La magnitud de la destrucción plantea un desafío de reconstrucción colosal que requerirá décadas y una inversión masiva.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que el 84% de la infraestructura de Gaza ha sido destruida, alcanzando hasta el 92% en algunos barrios. Jaco Cilliers, del Programa para la Asistencia al Pueblo Palestino, señala que la reconstrucción exigirá al menos 70.000 millones de dólares, con una necesidad inmediata de 20.000 millones en los próximos tres años para sentar las bases de una recuperación. Se calcula que 55 millones de toneladas de escombros cubren la ciudad, un testimonio sombrío de la ferocidad del conflicto.
La remoción de escombros, una tarea monumental en sí misma, apenas ha comenzado. Hasta ahora, se han trasladado 81.000 toneladas, el equivalente a 31.000 camiones. La prioridad inmediata, según la ONU, es facilitar el acceso a la ayuda humanitaria y despejar hospitales y servicios sociales esenciales. Sin embargo, cada palada de escombro conlleva el riesgo de descubrir artefactos sin explotar o los cuerpos de quienes no lograron escapar.
En medio de esta tragedia, se están reutilizando 13.200 toneladas de ruinas trituradas para pavimentar calles y construir refugios, un pequeño rayo de esperanza donde la destrucción sirve como base para la reconstrucción. No obstante, esta iniciativa es una gota en el océano frente a la inmensidad de la pérdida.
El conflicto se desencadenó tras el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023, que resultó en la muerte de 1.200 personas y el secuestro de 251 en el sur de Israel. Dos años de violencia incesante dejaron a la Franja de Gaza en ruinas, hasta la reciente tregua que incluyó la liberación de rehenes por parte de Hamas y la promesa de desmilitarización.
Israel ha anunciado una nueva fase centrada en la destrucción sistemática de la red de túneles de Hamas, bajo supervisión internacional y con Estados Unidos como garante. Estos túneles, utilizados durante años para el movimiento de combatientes y ataques sorpresa, representan un desafío persistente para la seguridad de Israel.
Hamas, que enfrenta críticas incluso entre sus aliados, ha aceptado la primera etapa del acuerdo, que implica la entrega de rehenes e intercambio de prisioneros, buscando una posible estabilidad futura. La ONU insta a la comunidad internacional y al sector privado a contribuir financieramente a la reconstrucción, advirtiendo que podría llevar décadas si se dan las condiciones óptimas.
La devastación en Gaza es omnipresente, con columnas solitarias, bloques partidos, muros derrumbados y techos desaparecidos. La uniformidad de la destrucción crea la impresión de un ciclo interminable de ruina. A pesar de este panorama desolador, la esperanza persiste, arraigada en el polvo y la determinación de reconstruir sobre los escombros. La reconstrucción de Gaza no solo requerirá recursos financieros sustanciales, sino también un compromiso sostenido de la comunidad internacional y una visión a largo plazo para abordar las causas profundas del conflicto y fomentar una paz duradera.