En un fallo histórico, el Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil ha condenado al expresidente Jair Bolsonaro a 27 años y tres meses de prisión por su participación en el intento de golpe de Estado contra el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2022. La decisión, tomada por una mayoría de 4 votos contra 1, marca un antes y un después en la política brasileña y genera interrogantes sobre el futuro de la ultraderecha en el país.
Según el STF, Bolsonaro lideró una organización criminal armada con el objetivo de aferrarse al poder tras su derrota electoral frente a Lula. La acusación, respaldada por la Fiscalía General, sostiene que la conspiración se gestó desde junio de 2021, con una campaña de descrédito contra las instituciones y el sistema electoral brasileño. Esta campaña escaló tras la victoria de Lula en octubre de 2022, culminando en protestas violentas y el asalto a las sedes de la Presidencia, el Parlamento y la Corte Suprema el 8 de enero de 2023.
Además de Bolsonaro, otros siete acusados han sido condenados, entre ellos altos funcionarios de su gobierno, como Alexandre Ramagem, exdirector de la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN); Almir Garnier, excomandante de la Marina; y Anderson Torres, exministro de Justicia. La corte aún debe determinar la duración de las penas para cada uno de los condenados.
El voto decisivo fue emitido por el juez Cristiano Zanin, antiguo abogado de Lula da Silva. Zanin argumentó que «las pruebas permiten concluir que los acusados pretendían romper el estado democrático de derecho». La defensa de Bolsonaro ha anunciado que apelará la sentencia y solicitará prisión domiciliaria para el expresidente.
La condena de Bolsonaro ha generado una ola de reacciones a nivel nacional e internacional. Sus hijos han expresado su repudio al Supremo Tribunal, mientras que el expresidente estadounidense Donald Trump calificó la condena de «muy sorprendente».
Este fallo judicial plantea serias interrogantes sobre el futuro de la ultraderecha en Brasil. La era Bolsonaro, caracterizada por la polarización y el discurso radical, llega a su fin, dejando a las fuerzas conservadoras ante el desafío de reconstruir su identidad política y social.
Lula da Silva, por su parte, ha acusado a Bolsonaro de orquestar un plan golpista para desconocer las elecciones de 2022 y mantenerse en el poder. El presidente brasileño ha afirmado que existen «centenares de pruebas» que demuestran la participación de su antecesor en el intento de golpe de Estado.
La condena de Jair Bolsonaro representa un hito en la historia de Brasil y un fuerte mensaje en defensa de la democracia y el estado de derecho. El futuro político del país se redefine a partir de este fallo, que impactará en el panorama político brasileño en los próximos años.