En un trágico episodio que ha sacudido a Río de Janeiro, al menos 35 autobuses fueron incendiados en distintos barrios de la ciudad como acto de represalia tras la muerte de un jefe miliciano en un enfrentamiento con la policía. La situación, que se desató en una acción simultánea y coordinada, sumió a la ciudad en el caos del tránsito, particularmente en la zona oeste, al interrumpir el flujo de automóviles y generar extensos embotellamientos.
Las autoridades locales informaron que este ataque provocó la suspensión de la circulación de varios autobuses de diferentes empresas, incluyendo aquellos que operan bajo el sistema de transporte de tipo BRT. Además, la Avenida Brasil, una de las principales arterias de la ciudad, se vio afectada y numerosas escuelas tuvieron que cerrar debido a la violencia.
Los autobuses fueron interceptados y posteriormente incendiados por pistoleros en barrios como Guaratiba, Inhoaíba, Paciência, Campo Grande y Santa Cruz, los cuales son controlados por las llamadas «milicias», grupos parapoliciales conformados por policías y expolicías que surgieron para contrarrestar a las bandas de narcotraficantes.
La Policía Militarizada ha catalogado este ataque como una «represalia» a la muerte de Matheus da Silva Rezende, un importante jefe de una banda de milicianos y sobrino del principal líder de estas organizaciones en Río de Janeiro, Luis Antonio da Silva Braga, conocido como «Zinho». Da Silva Rezende, apodado «Faustão», es el tercer miembro de su familia que muere en enfrentamientos con la policía en los últimos seis años.
Tras la muerte de su hermano, «Zinho» asumió el liderazgo de la milicia más grande de Río de Janeiro y tenía a su sobrino como uno de sus lugartenientes clave.
El gobernador de Río de Janeiro, Cláudio Castro, celebró lo que denominó como «un duro golpe» a la milicia más grande de la zona oeste de la ciudad y afirmó que no se detendrán en su lucha contra el crimen organizado. El alcalde de Río, Eduardo Paes, solicitó una respuesta enérgica de las fuerzas policiales y urgió al Gobierno federal a tomar medidas para prevenir futuros incidentes de este tipo.
Las milicias, originalmente formadas para combatir a los narcotraficantes, se han expandido en la ciudad y están involucradas en actividades ilegales, incluyendo la distribución de drogas en los barrios que controlan. La constante violencia entre bandas rivales de narcotraficantes y enfrentamientos con las milicias y la policía han convertido a Río de Janeiro en una de las ciudades más peligrosas de Brasil.
El ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, compartió un video de los incendios de autobuses en Río y expresó su preocupación por los actos de violencia, instando a evitar que tales incidentes vuelvan a ocurrir.