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Han pasado décadas desde que el «buque de los sueños» zarpó en la pantalla grande, pero los detalles detrás de cámaras de Titanic siguen fascinando al público. Un reciente repaso por la producción revela que el rodaje fue una apuesta a «todo o nada» que estuvo al borde del colapso financiero y técnico, salvado únicamente por la fe ciega de su director y una química actoral irrepetible.
El minuto que cambió la historia: Leo y Kate
Aunque hoy es imposible imaginar a otros protagonistas, la química entre Leonardo DiCaprio y Kate Winslet no fue inmediata en los papeles, pero sí en su primer encuentro. El artículo destaca un momento clave durante las pruebas de cámara: el minuto exacto en el que ambos actores rompieron el hielo.
Winslet, sabiendo que DiCaprio era algo tímido y que tendrían escenas de desnudez, decidió presentarse de una manera muy particular para eliminar cualquier tensión. Esa complicidad instantánea no solo selló sus personajes, sino que forjó una amistad que dura hasta hoy y que permitió que el romance de Jack y Rose se sintiera real en cada fotograma.
La «perla oculta» a James Cameron
James Cameron es conocido por su perfeccionismo extremo y su carácter fuerte en el set. Sin embargo, el equipo de producción logró ocultarle un secreto durante meses: el verdadero costo y el riesgo de ciertas maniobras técnicas en el tanque de agua gigante en Rosarito, México.
El rodaje fue una tortura física: gripes constantes, hipotermia y jornadas de 20 horas. El estudio estaba aterrado por el presupuesto que no dejaba de subir, y Cameron llegó a ofrecer renunciar a su salario con tal de que no cortaran escenas. Lo que el director no supo hasta mucho después fue la serie de «arreglos improvisados» que el equipo técnico hacía a sus espaldas para que las maquetas y los efectos funcionaran sin que él detuviera la producción por detalles minuciosos.
Un éxito contra todo pronóstico
Titanic fue vaticinada como el mayor fracaso de la historia del cine antes de su estreno. Hoy, con 11 premios Óscar y miles de millones en recaudación, el recuerdo de ese rodaje caótico sirve como testamento de que, a veces, el caos es el ingrediente necesario para la genialidad.
