Cada 15 de octubre, el mundo celebra el Día Mundial del Lavado de Manos, una fecha destinada a concienciar sobre la importancia de este sencillo hábito para prevenir enfermedades y salvar vidas, especialmente entre la población infantil. Lavarse las manos con agua y jabón es una medida de higiene fundamental que limita la propagación de gérmenes que se acumulan al tocar personas, objetos y superficies a lo largo del día.
Aunque es imposible mantener las manos completamente libres de microorganismos, la higiene regular reduce significativamente el riesgo de contagio, según la Mayo Clinic. El contacto de las manos con los ojos, la nariz o la boca facilita la entrada de estos agentes al organismo, mientras que el contacto con otras personas o superficies puede diseminarlos aún más. Por lo tanto, lavarse las manos con frecuencia es crucial para proteger la salud.
Existen momentos clave en los que la higiene de manos resulta imprescindible:
- Antes y después de preparar o consumir alimentos.
- Al tratar heridas o cuidar a personas enfermas.
- Tras manipular objetos de uso común como picaportes o carritos de compras.
- Al entrar o salir de espacios públicos.
- Al ponerse o quitarse lentes de contacto.
- Después de usar el inodoro.
- Cambiar pañales.
- Limpiar a un niño que ha usado el baño.
- Tocar animales o sus desechos.
- Sonarse la nariz, toser o estornudar.
- Manipular basura o alimentos para mascotas.
Para una limpieza eficaz, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos recomienda el siguiente procedimiento: Humedecer las manos con agua corriente (fría o tibia), cerrar el grifo para ahorrar agua y aplicar jabón. Frotar las manos durante al menos 20 segundos, asegurando la limpieza entre los dedos, el dorso de las manos, los pulgares, las uñas y las cutículas. Enjuagar bien bajo el agua y secar con una toalla limpia o al aire.
En situaciones donde no se dispone de agua y jabón, los desinfectantes de manos con al menos un 60% de alcohol son una alternativa válida. Sin embargo, el uso de jabón y agua sigue siendo preferible cuando las manos presentan suciedad visible.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) subraya que la higiene de manos previene la propagación de infecciones respiratorias y diarreicas. Los gérmenes se transmiten fácilmente al tocarse la cara con las manos sucias, al preparar o consumir alimentos, o al manipular objetos contaminados. La eficacia de esta práctica se refleja en datos concretos: mantener las manos limpias puede prevenir 1 de cada 3 enfermedades diarreicas y 1 de cada 5 infecciones respiratorias, como el resfriado común o la influenza, según el CDC.
La vulnerabilidad de los niños frente a estas enfermedades es especialmente preocupante. UNICEF advierte que la diarrea y las infecciones respiratorias afectan de manera desproporcionada a la infancia, aunque pueden prevenirse con medidas sencillas como el lavado de manos antes de comer. Además, la diarrea figura entre las principales causas de desnutrición en menores de cinco años, por lo que la higiene de manos no solo disminuye la incidencia de enfermedades, sino que también protege contra la desnutrición.
El acceso a la higiene básica de manos ha mejorado en los últimos años. Sin embargo, las proyecciones indican que, si persisten las tendencias actuales, 1.900 millones de personas seguirán sin acceso a la higiene básica de manos al finalizar la década de 2020. Por lo tanto, es crucial seguir promoviendo el lavado de manos como un hábito fundamental para la salud y el bienestar de todos.