La guerra en Ucrania provocó la salida de muchas empresas occidentales de Rusia, pero otras decidieron quedarse y seguir operando en el país. Sin embargo, estas empresas se han encontrado con un grave problema: el Kremlin les impide repatriar sus ganancias o vender sus filiales a precios razonables.
Según un estudio de la Escuela de Economía de Kiev, unas 700 empresas de países no alineados con Moscú obtuvieron unos US$20.375 millones en 2022, pero no pueden acceder a ese dinero. Entre las compañías afectadas se encuentran Raiffeisen, Philip Morris, Pepsi, Japan Tobacco International y Automobile.
El gobierno ruso argumenta que estas medidas son una respuesta a las sanciones económicas que Occidente ha impuesto a Rusia por la invasión de Ucrania. Estas sanciones han restringido las importaciones de petróleo y gas ruso, congelado las reservas de divisas del Banco Central de Rusia, bloqueado el acceso de los bancos rusos al sistema SWIFT e incautado los activos de cientos de oligarcas rusos.
Las empresas occidentales que se quedaron en Rusia ahora se enfrentan a un dilema: seguir ganando dinero sin seguridad de poder sacarlo del país o abandonar Rusia bajo las condiciones del Kremlin, que incluyen vender sus activos con grandes descuentos y hacer contribuciones “voluntarias” al presupuesto de guerra ruso.
La situación es crítica para las multinacionales que apostaron por el mercado ruso y ahora ven amenazados sus negocios por la guerra y el bloqueo financiero.