En los últimos meses, una ola de triunfos electorales en América Latina ha sacudido la región con promesas de apertura económica y reformas pro-mercado. Desde Argentina hasta Panamá y Ecuador, los nuevos líderes buscan revitalizar sus economías mediante la atracción de inversiones y la creación de un entorno favorable para los negocios.
Esta tendencia contrasta con la profunda crisis que atraviesan países como Venezuela, Cuba y Bolivia, sumidos en el estancamiento económico y el éxodo masivo de sus ciudadanos. En este contexto, la llegada al poder de figuras como Javier Milei en Argentina, José Raúl Mulino en Panamá y Daniel Noboa en Ecuador representa una bocanada de aire fresco para la región.
Mulino, en particular, ha adoptado una «receta conocida» de estímulos empresariales e inversiones extranjeras, prometiendo grandes proyectos de infraestructura que impulsen la economía panameña. Por su parte, Milei busca convertir a Argentina en la «nueva Meca de Occidente», mientras que Noboa aspira a reconducir a Ecuador por la senda del éxito económico.
Pero más allá de las expectativas locales, esta ola de apertura económica en América Latina podría representar una oportunidad sin precedentes para Europa. La concreción del acuerdo UE-Mercosur, largamente negociado, sería una señal clara de cooperación basada en normas entre regiones democráticas, con implicaciones tanto económicas como geopolíticas.
Aunque el camino no será sencillo y requerirá concesiones de ambas partes, los expertos coinciden en que existe una «ventana de oportunidades» que no debería desperdiciarse. Con líderes dispuestos a embracer la economía de mercado, ¿podrá Europa aprovechar este momento para forjar lazos más estrechos con una América Latina en transformación?