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La derrota de Talleres de Córdoba ante Sao Paulo en el Morumbí quedó opacada por un lamentable episodio de violencia policial. Lo que debería haber sido una noche de celebración por la clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores se convirtió en un escándalo que sacudió al fútbol argentino.
Todo comenzó con una polémica decisión arbitral: un penal en contra de Talleres que fue repetido tras la intervención del VAR. Los jugadores cordobeses, encabezados por el arquero Guido Herrera, protestaron enérgicamente ante el árbitro colombiano Jhon Ospina.
Sin embargo, lo que debería haber sido una simple discusión se tornó violenta cuando uno de los oficiales de la policía brasileña golpeó en la boca con su escudo al delantero Lautaro Morales, quien cayó al césped producto del impacto.
Ante esta indignante agresión, los jugadores de Talleres se abalanzaron sobre el policía en defensa de su compañero. Una vez finalizado el partido, Morales y Juan Camilo Portilla se quedaron declarando sobre el lamentable incidente.
En conferencia de prensa, Herrera expresó su indignación: «Son cosas que no tienen por qué suceder. Yo estaba hablando con el árbitro sobre el penal que se repitió y pasó lo de la reacción. Él después me confirmó que hubiese hecho lo mismo en mi lugar, que es defender a un compañero».
El arquero también destacó la frialdad con la que actuó la policía brasileña y lamentó que estos episodios se repitan cada vez que los equipos argentinos visitan Brasil. «Seguramente va a volver a pasar, es algo que todos sabemos y cuando te toca vivirlo, obviamente defendés lo tuyo, más cuando la agresión es por parte de ellos porque no hicimos nada, solo estábamos reclamando por qué se repitió el penal».
Este lamentable episodio opacó la clasificación de Talleres a los octavos de final de la Libertadores y puso en evidencia la necesidad de erradicar la violencia en el fútbol. El escándalo en el Morumbí dejó una mancha oscura en una noche que debería haber sido de celebración.
