En un movimiento que ha elevado la tensión en el conflicto con Ucrania, Rusia ha comenzado a realizar ejercicios militares con armas nucleares tácticas cerca de la frontera con el país vecino. Esta decisión, anunciada por el presidente Vladimir Putin a principios de mes, ha sido calificada como una «respuesta a las amenazas» occidentales y ha desatado críticas y preocupación en Occidente.
Según el Ministerio de Defensa ruso, la primera etapa de los ejercicios prácticos para la preparación y uso de armas nucleares no estratégicas se está llevando a cabo en el Distrito Militar Sur, que limita e incluye partes de Ucrania que Moscú afirma haberse anexionado. Los ejercicios involucran misiles Iskander y Kinzhal, diseñados para poner a prueba la «preparación del personal y el equipo de las unidades de combate de armas nucleares no estratégicas».
Putin justificó esta decisión citando declaraciones de funcionarios occidentales, como el presidente francés Emmanuel Macron y el ministro de Relaciones Exteriores británico David Cameron, sobre la posibilidad de desplegar tropas de la OTAN en Ucrania y permitir que Kiev dispare misiles occidentales contra territorio ruso.
Estos ejercicios representan una señal de advertencia de Putin para disuadir a Occidente de involucrarse más profundamente en la guerra en Ucrania, donde ha proporcionado armas e inteligencia a Kiev, pero se ha abstenido de enviar tropas. Además, Rusia ha alabado repetidamente su arsenal de armas nucleares y su disposición a desplegarlas si percibe una amenaza existencial.
Occidente ha acusado a Putin de tener un comportamiento nuclear irresponsable, y los analistas de seguridad ven estos ejercicios como una estrategia de escalada para presionar a las potencias occidentales a moderar su apoyo a Ucrania.
En medio de esta tensión creciente, el mundo observa con cautela los movimientos de Rusia, ya que cualquier error de cálculo podría tener consecuencias catastróficas en la crisis entre Moscú y Kiev.