A pesar de la conmoción que ha sacudido a Irán por la trágica muerte del presidente Ebrahim Raisi en un accidente aéreo, el gobierno ha descartado una crisis política y ha asegurado que no habrá «la mínima perturbación» en la administración del país.
Mientras los socorristas recuperaban los cuerpos de Raisi y los otros ocho pasajeros del helicóptero siniestrado, el gabinete, ahora encabezado por el vicepresidente Mohammad Mokhber, emitió un comunicado alabando la figura del fallecido mandatario y garantizando la continuidad gubernamental.
«Aseguramos a la nación leal que, con la ayuda de Dios y el respaldo del pueblo, no habrá la mínima perturbación en la administración del país», expresó el Ejecutivo iraní, que celebrará una «reunión de urgencia» este lunes.
De acuerdo con la Constitución iraní, Mokhber, de 68 años y antiguo director del poderoso conglomerado «Ejecución de la Orden del Imán Jomeiní», asumirá provisionalmente la presidencia hasta que se elija a un nuevo mandatario en un plazo de 50 días.
Mientras Irán afronta este delicado proceso de transición, han llegado numerosos mensajes de condolencia de líderes mundiales, desde el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, hasta el primer ministro indio, Narendra Modi, pasando por el mandatario ruso, Vladimir Putin, quien calificó a Raisi como «un verdadero amigo de Rusia».
Incluso grupos afines a Teherán, como Hezbolá, los hutíes de Yemen o Hamás, han lamentado la pérdida de un líder que, según la organización palestina, brindó «valioso apoyo a la causa palestina».
A pesar del revés, Irán parece determinado a mantener la estabilidad y continuidad en su liderazgo, evitando una crisis política que podría tener profundas implicaciones en la región.