El Dengue cobra 25 MUERTES en 2025 y MINSA no tiene vacuna para las 4 cepas que circulan

El Dengue cobra 25 MUERTES en 2025 y MINSA no tiene vacuna para las 4 cepas que circulan

El dengue volvió a encender las alarmas sanitarias en Panamá durante 2025. Lejos de ser un problema controlado, la enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti dejó 25 personas fallecidas y más de 14,900 casos confirmados hasta la semana epidemiológica 47, según datos oficiales del Ministerio de Salud (MINSA). Detrás de estas cifras frías hay familias devastadas, hospitales presionados y una amenaza que sigue creciendo sin una herramienta clave de prevención: la vacuna.

El escenario es especialmente preocupante porque en Panamá circulan simultáneamente las cuatro cepas del dengue (DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4). Esta co-circulación incrementa de forma significativa el riesgo de cuadros graves y mortales, sobre todo en personas que ya han padecido la enfermedad anteriormente. Los expertos coinciden en que una segunda o tercera infección con un serotipo distinto puede desencadenar dengue grave, shock hemorrágico y la muerte.

A pesar de esta realidad epidemiológica, Panamá no cuenta con una vacuna que cubra las cuatro cepas dentro del esquema oficial de inmunización, dejando a millones de ciudadanos expuestos únicamente a medidas preventivas básicas como la eliminación de criaderos, fumigaciones periódicas y campañas de concienciación que, a todas luces, no han sido suficientes.

Las regiones más afectadas reflejan un patrón claro: alta densidad poblacional, problemas históricos de manejo de desechos y agua estancada. La Región Metropolitana, San Miguelito, Panamá Oeste y Panamá Norte concentran una gran parte de los contagios, mientras que provincias como Chiriquí y Bocas del Toro figuran entre las que registraron más fallecimientos. El dengue ya no es solo un problema rural o estacional; se ha convertido en una amenaza urbana permanente.

Aunque el MINSA ha señalado que en comparación con 2024 hubo una reducción en la incidencia general, el número de muertes evidencia que el peligro sigue latente. Veinticinco fallecidos no son una estadística menor, especialmente cuando se trata de una enfermedad prevenible y controlable con políticas públicas más agresivas y herramientas modernas de salud.

La ausencia de una estrategia clara de vacunación contra el dengue abre un debate urgente. Países de la región ya avanzan en esquemas de inmunización focalizados en zonas de alto riesgo, mientras Panamá continúa enfrentando brotes cíclicos, saturación de los servicios de urgencias y pérdidas humanas evitables.

A esto se suma un factor clave: el cambio climático. El aumento de las lluvias, la humedad y las temperaturas crea el ambiente perfecto para la reproducción del mosquito, extendiendo los brotes durante más meses del año y ampliando las zonas de riesgo. El dengue dejó de ser un problema “de temporada” para convertirse en una crisis sanitaria estructural.

Hoy, las cifras de 2025 deben servir como una advertencia contundente. Sin vacunas, con cuatro cepas circulando y con un mosquito cada vez más adaptado al entorno urbano, Panamá enfrenta una batalla desigual. La pregunta ya no es si habrá más casos, sino cuántas vidas más costará la inacción.

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