Honduras atraviesa sus horas más oscuras desde la crisis política de 2017. Lo que debió ser una fiesta cívica el pasado 30 de noviembre se ha transformado en un polvorín a punto de estallar. Con un escrutinio que avanza a cuentagotas y un «empate técnico» que paraliza a la nación, el fantasma de la violencia poselectoral recorre nuevamente las calles de Tegucigalpa y San Pedro Sula.
Un Escrutinio Agónico
A más de una semana del cierre de las urnas, el Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha podido declarar un ganador definitivo. Los datos preliminares muestran una contienda de infarto entre las fuerzas conservadoras: Nasry «Tito» Asfura (Partido Nacional) y Salvador Nasralla (Partido Liberal) se disputan la presidencia voto a voto, ambos rondando el 40% de los sufragios.
Sin embargo, la chispa que amenaza con incendiar la pradera no proviene solo de esta cerrada disputa, sino de la contundente caída del oficialismo. Rixi Moncada, la candidata del partido Libertad y Refundación (Libre), se ha estancado en un lejano tercer lugar con menos del 20% de los votos, un resultado que el partido de gobierno se niega a aceptar.
El Oficialismo Llama a la Calle
La tensión escaló dramáticamente este fin de semana cuando la cúpula de Libre declaró que «no reconoce» los resultados, alegando una supuesta injerencia extranjera y fallos masivos en el sistema de transmisión de datos. El oficialismo ha solicitado la «nulidad total» de los comicios y ha convocado a sus bases a «movilizaciones permanentes» y paros nacionales.
«No permitiremos que se burle la voluntad popular mediante coacciones externas y terrorismo electoral», rezaba el comunicado oficial de Libre, en una clara alusión a las recientes declaraciones de figuras políticas estadounidenses, incluido Donald Trump, quien expresó su apoyo al candidato nacionalista.
Una Sociedad Polarizada
El ambiente en las calles es de una calma tensa. Comercios en el centro de la capital han comenzado a blindar sus vitrinas ante el temor de saqueos, recordando los disturbios de años anteriores.
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El Factor Internacional: La sombra de Estados Unidos ha sido alargada en este proceso. Declaraciones cruzadas sobre extradiciones y el futuro de las relaciones diplomáticas han polarizado aún más al electorado.
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Violencia Electoral: Organismos de derechos humanos advierten que el discurso incendiario de los líderes políticos está permeando en las bases. Ya se han reportado escaramuzas aisladas entre simpatizantes de los tres partidos mayoritarios.
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Desconfianza Institucional: Las fallas técnicas admitidas por el CNE y las denuncias de «actas en cero» han minado la poca credibilidad que le restaba al árbitro electoral.
¿Hacia Dónde va Honduras?
Con un bipartidismo tradicional resurgiendo y un oficialismo acorralado que amenaza con patear el tablero, Honduras se asoma al abismo de una nueva crisis institucional. La comunidad internacional, incluyendo la Misión de Observación de la UE, ha hecho llamados urgentes a la calma, pero en los barrios y colonias, la sensación es que la verdadera batalla apenas comienza.
La pregunta que todos se hacen no es quién ganó, sino si el frágil sistema democrático hondureño podrá soportar el peso de un resultado que, sea cual sea, dejará a la mitad del país gritando «fraude».
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