El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, convocó a su equipo de seguridad nacional para discutir y definir la estrategia de su administración con respecto a Venezuela. La reunión se produce en un contexto de creciente tensión entre Washington y Caracas, marcado por acusaciones de narcotráfico, sanciones y una posible intervención militar.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, confirmó la reunión, señalando que se tratarán este y otros asuntos relevantes para la seguridad nacional. La administración Trump ha intensificado su presencia militar en el Caribe, desplegando buques de guerra y miles de soldados como parte de la “Operación Southern Spear”. Esta operación tiene como objetivo, según Trump, frenar el flujo de drogas provenientes de Venezuela, tanto por mar como por tierra.
Además del despliegue militar, Trump ha emitido advertencias a aerolíneas y pilotos para que eviten sobrevolar el espacio aéreo venezolano, aunque instó a la prensa a no sacar conclusiones precipitadas sobre el alcance de esta medida. En un giro sorprendente, el presidente confirmó haber mantenido una conversación telefónica con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, aunque se abstuvo de revelar los detalles del diálogo. Calificó el asunto como “muy complicado”.
La administración Trump ha escalado la presión al designar formalmente a Maduro y a varios de sus colaboradores como integrantes de una organización terrorista extranjera. Funcionarios estadounidenses argumentan que esta designación amplía las opciones militares de Washington para intervenir en Venezuela.
Fuentes consultadas por Infobae revelan que, durante la conversación telefónica, Trump, acompañado por el secretario de Estado Marco Rubio, comunicó a Maduro que Estados Unidos intensificará las acciones militares si no abandona el poder. El senador republicano Markwayne Mullin confirmó que Washington ofreció a Maduro la oportunidad de salir del país, sugiriendo Rusia como posible destino. Mullin enfatizó que el objetivo del gobierno es “proteger nuestras propias costas” y que no se planea desplegar tropas en territorio venezolano.
La escalada de tensiones entre Estados Unidos y Venezuela redefine el equilibrio regional en América Latina. Las restricciones aéreas y el despliegue militar introducen un nuevo escenario de incertidumbre geopolítica, afectando la vida cotidiana de miles de personas. En respuesta a las advertencias de Estados Unidos, un operador turístico ruso redirigió sus vuelos a Cuba, cancelando los viajes programados a la Isla Margarita, debido a la “potencial amenaza a la seguridad de vuelos civiles”.
La organización de militares venezolanos exiliados advirtió que una operación extranjera para “liberar” al país es inminente. El grupo Carive sostiene que solo una acción externa podría liberar a los presos políticos y restaurar la institucionalidad, acusando a los aliados del régimen de Maduro, como Cuba y Rusia, de ser cómplices de la destrucción nacional. Mientras tanto, el régimen de Maduro arrecia la persecución, con la detención de líderes sindicales como José Elías Torres. A pesar de las tensiones, el régimen anunció un “plan especial” para el retorno de los venezolanos varados en el exterior tras la suspensión de varios vuelos.
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