El panorama de la ciberseguridad ha cambiado drásticamente. Ya no se trata de si seremos víctimas de un ataque, sino de cuándo ocurrirá. La industrialización del cibercrimen, impulsada por la inteligencia artificial (IA), ha transformado la forma en que operan los delincuentes, haciendo que los ataques sean más frecuentes, sofisticados y difíciles de prevenir.
Gabriel Zurdo, CEO de BTR Consulting, advierte sobre la creciente velocidad de evolución del cibercrimen. La cantidad de amenazas de día cero, vulnerabilidades desconocidas por los fabricantes, se estima entre 400.000 y 500.000 diarias. El tiempo que se tarda en solucionar estas vulnerabilidades puede ser de hasta dos años, dejando un amplio margen para los ataques.
Uno de los mayores problemas es la falta de denuncia. Solo una cuarta parte de los ciberdelitos se reportan a las autoridades, lo que dificulta la persecución y prevención de estos crímenes. En 2024, se robaron mil millones de credenciales mediante malware, y las ciberestafas causaron pérdidas de 12.500 millones de dólares en Estados Unidos, con un promedio de 9.000 dólares por víctima.
La transformación del cibercrimen se manifiesta en la aparición de organizaciones criminales estructuradas como empresas. Estos ‘cárteles’ comercian con datos personales, ofreciendo información detallada sobre la actividad digital de las personas a cambio de dinero. La IA ha acelerado este proceso, permitiendo automatizar tareas que antes requerían intervención humana. El malware, como el brasileño Mekotio, utiliza bots para infectar dispositivos, desactivar antivirus y clonar sitios web bancarios, multiplicando el volumen y la velocidad de los ataques.
Microsoft reportó un aumento drástico en incidentes con adversarios extranjeros que utilizan IA, multiplicándose por diez entre 2023 y 2025. El ransomware, secuestro de datos con rescate, también ha evolucionado. Estas organizaciones ahora tienen blogs donde publican información sobre sus robos, voceros y negociadores, adoptando un enfoque comercial. Tras infiltrarse en los sistemas, copian datos y encriptan la información, exigiendo un rescate en criptomonedas en un plazo de 72 horas. Si no se paga, publican la información robada o contactan directamente a los clientes de la empresa hackeada, ofreciéndoles la opción de pagar para evitar la divulgación de sus datos. BTR Consulting proyecta que el 75% de las organizaciones serán víctimas de ataques múltiples en 2025.
El anonimato de los ciberdelincuentes dificulta su persecución. No se conoce su identidad física ni su ubicación, lo que impide su enjuiciamiento. La vulnerabilidad de los menores también es una preocupación. Plataformas como Roblox, calificadas como “el paraíso de los pedófilos”, representan un riesgo para los niños, que acceden a dispositivos tecnológicos a edades cada vez más tempranas y están expuestos a contenidos inapropiados. Los controles parentales son cada vez menos efectivos, y solo una minoría de los menores informa sobre situaciones extrañas en línea.
A pesar de la sofisticación tecnológica, el factor humano sigue siendo clave. La mayoría de las personas utiliza la misma contraseña para todo, lo que facilita los ataques. La ingeniería social, o ‘cuento del tío’ digital, es cada vez más efectiva gracias a la IA, que permite crear mensajes de phishing personalizados y convincentes. BTR Consulting realiza simulaciones de hackeo para grandes empresas, entrenando a los ejecutivos en cómo reaccionar ante un ataque.
La naturaleza transnacional del cibercrimen plantea desafíos legales. No existe una jurisdicción clara para estos delitos, y la falta de denuncia por temor al impacto reputacional dificulta la investigación. Incluso las empresas de ciberseguridad son vulnerables, como demuestra el hackeo de Crowdstrike. La solución no pasa solo por la tecnología, sino por combinar conocimiento experto, ciberinteligencia, capacidad de anticipación y toma de decisiones estratégicas.
La velocidad de evolución del cibercrimen es alarmante, y la desconexión total puede ser la única defensa infalible. En un mundo cada vez más conectado, esta opción es inviable para la mayoría. La segunda parte de este análisis se centrará en cómo China, Rusia, Irán y Corea del Norte han convertido la ciberguerra en un arma geopolítica.
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