El país amaneció con la noticia que muchos esperaban y otros temían: el secuestro de bienes de José Gabriel “Gaby” Carrizo, el exvicepresidente y excandidato presidencial que prometía continuidad y terminó envuelto en el mayor escándalo político de los últimos años.
La justicia finalmente tocó la puerta del ahijado político de Laurentino “Nito” Cortizo, su padrino de bodas y mentor en el poder. Y ahora, los cimientos del círculo más íntimo del gobierno anterior comienzan a temblar.
El primer dominó cae… y el ruido apenas comienza
Lo que parecía una simple diligencia judicial se ha convertido en el primer golpe de una operación mucho más grande.
El secuestro de bienes de Carrizo —por más de un millón de dólares— podría ser la primera ficha en un tablero donde muchos nombres de peso caerán uno tras otro, como piezas de dominó cuidadosamente alineadas durante años.
El “niño mimado” del corticismo pasó de ser ahijado de poder a millonario bajo sospecha. Hoy, el país se pregunta: ¿de dónde salió tanta fortuna? ¿Cómo se transformó aquel joven abogado, sin historia empresarial conocida, en uno de los hombres más influyentes —y adinerados— del gobierno pasado?
Los indicios apuntan a un sistema que premió la lealtad política con contratos, favores y silencios.
Y ahora, el silencio se rompe.
La caída del protegido
La ironía es brutal: Carrizo, quien pretendió blindarse políticamente tras su derrota electoral buscando refugio en el Parlacen, fue alcanzado por la justicia panameña antes de sentarse en su silla dorada.
Sin fuero, sin poder y sin respaldo, el exvicepresidente enfrenta un escenario que muchos consideran el principio del fin para toda una red de influencias tejida en los pasillos del Palacio Presidencial.
Fuentes cercanas a la investigación aseguran que este proceso no se detendrá en Carrizo, y que ya se siguen las pistas de otros altos funcionarios, empresarios y operadores políticos que se beneficiaron del dinero del Estado durante los años de bonanza del “padrinazgo corticista”.
El clamor ciudadano: ¡Basta ya!
En las calles, la gente lo dice sin miedo: “¡Por fin!”
El ciudadano común, cansado de ver desfilar escándalos sin consecuencias, siente que esta vez la justicia podría empezar a limpiar la casa.
El secuestro de bienes no es solo un acto jurídico, es un símbolo. Una señal de que la impunidad podría tener sus días contados.
El pueblo exige más: que no se detenga aquí, que se investigue, que se revele todo, que los millones perdidos del erario público tengan rostro y apellido.
Porque detrás del “Gaby millonario” se esconden muchos más.
Y cada nombre que salga a la luz será un paso hacia el desmantelamiento del sistema de privilegios y corrupción que ha saqueado al país por décadas.
De ahijado a acusado
El exvicepresidente siempre se jactó de su cercanía con Nito Cortizo.
Hoy, ese lazo pesa más que nunca.
De padrino de bodas a testigo incómodo, la figura del expresidente vuelve a quedar bajo la sombra de la duda moral y política. ¿Qué sabía Nito? ¿Qué permitió? ¿Y hasta dónde llegará la lealtad cuando el ahijado caiga del todo?
El tablero político tiembla.
El efecto dominó comenzó.
Y Panamá, expectante, observa cómo la historia empieza a ajustar cuentas con sus propios hijos políticos.
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