El presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Luis Herrera, ha anunciado oficialmente su intención de aspirar a la presidencia del Partido Panameñista. Su mensaje es claro: la unidad no es una opción, es el camino. En tiempos donde la política suele dividir más de lo que construye, Herrera levanta una bandera distinta: la de la reconciliación interna, la renovación responsable y el consenso como herramienta de transformación.
Desde su elección en el Legislativo, Herrera ha demostrado que el diálogo puede más que la confrontación. Su liderazgo en la Asamblea ha sido ejemplo de que los acuerdos pueden lograrse sin renunciar a los principios, y de que las diferencias, bien gestionadas, pueden ser fuente de fortaleza. Esa visión, ahora, la traslada a su partido con una meta mayor: reconstruir el Panameñismo desde sus cimientos para proyectarlo con fuerza hacia el 2029.
“Panamá necesita un Panameñismo unido, fuerte y presente”, ha dicho, y en esa frase resume su proyecto político. No busca una candidatura personalista, sino una nómina de consenso que reúna a todas las corrientes, líderes y generaciones. Una propuesta que inspire confianza, que cierre heridas y que vuelva a conectar al partido con la gente. Herrera entiende que la unidad no se decreta, se construye con humildad, escucha y propósito compartido.
Su apuesta es, en el fondo, una invitación a reencontrarse con la esencia del Panameñismo: el servicio al país, la ética en la gestión y la defensa de los valores republicanos. Es volver a mirar más allá de los intereses individuales para pensar en el proyecto colectivo. Porque —como él mismo ha dicho en reiteradas ocasiones— “un partido dividido jamás podrá servirle a una nación unida”.
Con la mirada puesta en el 2029, Herrera propone una ruta de esperanza. Sabe que no será fácil, que las divisiones internas pesan y que el escepticismo ciudadano es grande. Pero también sabe que cada ciclo político ofrece una oportunidad para renacer. Su mensaje es, en esencia, un llamado a todos los panameñistas a dejar atrás la crítica estéril y volver a construir desde el compromiso y la identidad compartida.
Jorge Herrera no solo busca presidir un partido; busca liderar una reconciliación política. Su propuesta es inspiracional porque recuerda que, en política, la verdadera fuerza no está en el número de seguidores, sino en la capacidad de unir voluntades. Y hoy, más que nunca, Panamá necesita líderes que inspiren unidad, que piensen en el futuro y que trabajen con visión de país.
El Panameñismo, bajo esta mirada, podría convertirse nuevamente en una fuerza determinante. No por nostalgia, sino por propósito. Herrera apuesta por esa causa, convencido de que cuando hay consenso, hay rumbo; y cuando hay unidad, hay futuro.