Semilla del Buen Torrijismo que Germinó, buscan su espacio en el CEN

Semilla del Buen Torrijismo que Germinó, buscan su espacio en el CEN

El Torrijismo no es una simple corriente política; es una herencia de dignidad nacional, de justicia social y de compromiso con los más humildes. Es una filosofía de vida que, sembrada por Omar Torrijos Herrera en el corazón de una generación, hoy germina con fuerza en nuevas raíces que buscan mantener vivo ese legado.

Dos nombres resuenan con fuerza en este momento de renovación del Partido Revolucionario Democrático (PRD): Pedro Miguel González y Jorge Montenegro Vallarino. No son improvisados ni oportunistas. Son hijos de torrijistas de temple, que dieron sus mejores años de vida a la causa del pueblo y que hoy ven en sus descendientes la continuidad de una lucha que nunca ha sido fácil, pero que siempre ha sido noble.

Pedro Miguel González, hijo del recordado Gerardo González, lleva en sus venas la lucha por la soberanía y la justicia social. Su padre, un torrijista de línea recta y de convicción absoluta, estuvo en las trincheras donde se defendió la dignidad nacional y la esencia del PRD como instrumento de transformación. Hoy Pedro Miguel, con su experiencia como dirigente, parlamentario y luchador incansable por la democracia, da un paso firme al aspirar a la Secretaría General del partido. No lo hace solo por ambición personal, sino porque entiende que el PRD necesita volver a sus raíces: ser un partido que escucha al pueblo, que acompaña al trabajador, que lucha por la justicia y que nunca se aparta de las banderas que sembró Torrijos.

Por otro lado, Jorge Montenegro Vallarino es hijo de Raúl Montenegro, otro torrijista de corazón que marcó huellas profundas en la organización partidaria y en la defensa de las causas sociales. Raúl Montenegro creyó siempre en la formación, en la lealtad y en que el PRD debía ser escuela de cuadros y no simple maquinaria electoral. Esa escuela la absorbió Jorge, quien hoy levanta la mirada hacia la primera subsecretaría del CEN, con la misma mística que heredó en su hogar: la de servir, construir y mantener vivo el espíritu torrijista en tiempos en que el país lo necesita más que nunca.

La presencia de estos dos herederos no es casualidad. Es la demostración de que el torrijismo, lejos de apagarse, germinó en las familias, en las nuevas generaciones y en quienes crecieron escuchando las historias de justicia y sacrificio de sus padres. Pedro Miguel y Jorge representan la continuidad histórica de un partido que debe recordar siempre su misión fundacional: ser el puente entre el pueblo y sus sueños de justicia y dignidad.

Hoy, cuando el PRD busca recomponerse y encontrar rumbo frente a los desafíos del presente, el ejemplo de estos herederos del torrijismo nos recuerda que las semillas sembradas con fe, sacrificio y amor a la patria, siempre terminan por dar fruto.

Porque el torrijismo no muere. Vive en la memoria de quienes lo vieron nacer, se fortalece en la sangre de los hijos que lo heredaron y se proyecta hacia el futuro con esperanza.

El reto está planteado: que esas semillas sigan dando árboles frondosos que brinden sombra, refugio y camino al pueblo panameño.

Como sentenció Marti «Que arranque el Huracán los Árboles Centenarios, Ya Vendrán Los Pinos Nuevos con sus Brotes Tiernos con su vida Nueva».

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