El primer ministro indio Narendra Modi llegó a China este sábado para participar en la 25ª cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Tianjin. En este contexto, se espera que Modi se reúna con el presidente chino, Xi Jinping, y el presidente ruso, Vladimir Putin. Esta visita se produce en un momento de crecientes tensiones arancelarias entre Estados Unidos e India, lo que añade un matiz geopolítico significativo a las reuniones.
Este viaje marca el primer desplazamiento de Modi a China en siete años, un período marcado por altibajos en las relaciones bilaterales. Tras el choque fronterizo de 2020, que resultó en la muerte de más de 70 soldados, ambas naciones han trabajado para descongelar sus vínculos. Según Praveen Donthi, analista del International Crisis Group, la visita de Modi simboliza la culminación de un proceso de acercamiento tras cinco años de tensiones. Además, Donthi señala que el deterioro de las relaciones entre Estados Unidos e India debido a la guerra arancelaria ha incentivado a Nueva Delhi y Beijing a fortalecer su relación.
En un gesto de distensión, India reanudó en julio la expedición de visados a ciudadanos chinos, una medida suspendida desde 2020. Actualmente, ambos países negocian la reapertura del comercio fronterizo y la reanudación de vuelos directos, consolidando el acercamiento iniciado con la reunión entre Xi y Modi en Rusia el año anterior.
El Kremlin confirmó que Modi y Putin se reunirán al margen de la cumbre el lunes. Este encuentro será el primero desde que Washington impusiera un arancel punitivo del 50% a las exportaciones indias. Esta medida, justificada como represalia por el aumento de las compras indias de petróleo ruso tras el inicio del conflicto en Ucrania, ha tensado las relaciones entre India y Estados Unidos.
A pesar de la presión estadounidense y el impacto económico de los aranceles, Nueva Delhi ha defendido su política energética como una decisión soberana. Las reuniones de Modi con Xi y Putin reflejan la política exterior india de «autonomía estratégica», que busca mantener un equilibrio entre sus alianzas occidentales y su participación en organizaciones lideradas por China y Rusia.
Dentro de la cumbre de la OCS, India buscará impulsar una condena al «terrorismo transfronterizo», una referencia velada a Pakistán que ha sido fuente de controversia en reuniones anteriores. En junio, la reunión de ministros de Defensa de la OCS concluyó sin una declaración conjunta debido a desacuerdos sobre terrorismo, con Nueva Delhi rechazando el texto final por denunciar el uso del terrorismo como herramienta política.
Einar Tangen, presidente de Asia Narratives, destaca la importancia del papel de India en la OCS: «Una señal clara de Nueva Delhi, inclinándose por el multilateralismo asiático o apostando por el equilibrio con Washington, definirá la trayectoria de la OCS». Tangen advierte que si India mantiene una postura ambivalente, la OCS podría convertirse en un escenario de teatro estratégico en lugar de un vehículo de transformación real.
La OCS, que incluye a China, Rusia, India, Pakistán, Irán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, abarca aproximadamente el 40% de la población mundial. A diferencia de la OTAN, la OCS no posee cláusulas de defensa mutua y se presenta como un foro para la cooperación política, económica y en seguridad. La cumbre de este año se presenta como un momento crucial para definir el futuro de la organización y el papel de India en la misma.