El partido entre Independiente y la Universidad de Chile, correspondiente a los octavos de final de la Copa Sudamericana y disputado en Avellaneda, fue suspendido debido a graves incidentes provocados por la barra visitante. Los violentos actos incluyeron destrozos en las instalaciones del estadio Libertadores de América-Ricardo Bochini, agresiones a hinchas locales y enfrentamientos con la policía.
Los incidentes comenzaron en la tribuna Sur Alta, donde se ubicó la parcialidad chilena. Los aficionados de la U de Chile rompieron baños, arrancaron butacas y utilizaron estos elementos, junto con palos de escoba y botellas, como proyectiles contra los hinchas de Independiente ubicados en las bandejas inferiores. Además, incendiaron asientos y lanzaron bombas de estruendo, generando un ambiente de caos y violencia.
Ante la gravedad de la situación, la policía intervino para desalojar la tribuna visitante, lo que provocó un retraso en el inicio del segundo tiempo. Sin embargo, la reanudación del partido duró apenas dos minutos, ya que la invasión de hinchas al campo de juego, algunos de ellos heridos, obligó al árbitro Gustavo Tejera a detener nuevamente el encuentro. Tras una espera de 20 minutos y ante la falta de garantías de seguridad, se decidió la suspensión definitiva.
Posteriormente, una facción disidente de la barra de Independiente ingresó a la tribuna visitante para agredir a los hinchas de la U que aún permanecían en el lugar. Los incidentes se intensificaron, con episodios de violencia extrema, incluyendo golpes, robos y personas heridas, algunas de gravedad.
Según Aprevide, el operativo de seguridad contó con 650 efectivos policiales y 150 agentes de seguridad privada, aunque su presencia fue insuficiente para controlar los disturbios en el sector de los hinchas chilenos.
Daniel Schapira, directivo de la U de Chile, lamentó lo sucedido y criticó la organización del evento, señalando que no se debió ubicar a la hinchada visitante encima de la barra de Independiente. Además, anticipó posibles sanciones para su club.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, se pronunció sobre los incidentes a través de su cuenta de X (antes Twitter), condenando la violencia y la irresponsabilidad en la organización. Aseguró que la prioridad de su gobierno es conocer el estado de los ciudadanos chilenos agredidos y garantizar su atención médica y el respeto a sus garantías en caso de detención.
Tras la suspensión del partido, más de 300 hinchas chilenos fueron detenidos en Puerto Madero. José Antonio Viera Gallo, embajador de Chile en Argentina, confirmó que hay un herido grave. La Conmebol deberá ahora determinar las sanciones correspondientes a ambos clubes tras los graves incidentes que empañaron el encuentro de Copa Sudamericana.
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