En Azuero ya no fluye agua. Fluye miedo. Fluye rabia. Fluye estiércol de cerdo disfrazado de desarrollo agroindustrial. Y mientras las comunidades claman por agua limpia en sus grifos, las porquerizas continúan su danza fétida de impunidad y negligencia.
El Río La Villa, que durante generaciones ha sido la vena hídrica de provincias enteras, hoy agoniza bajo el peso de una contaminación criminal. Criminal, porque no hay otra palabra para describir el uso irresponsable de esta fuente de vida como si fuera un alcantarillado industrial.
El agua huele a muerte… y a corrupción
No es la primera vez. Ya lo vimos en 2014 cuando el Atrazina, un agroquímico prohibido en otros países, apareció en concentraciones alarmantes en el agua que bebían familias enteras. Hoy, la historia se repite, pero esta vez con excremento de cerdo, residuos industriales y desechos sin tratamiento.
Las porquerizas no solo están contaminando el río, están envenenando a la gente, están enfermando a los niños, están secando los cultivos de los más pobres… y todo con la vista gorda de autoridades locales, del MIDA, del MOP y del mismísimo Ministerio de Ambiente.
¿Dónde están los responsables? ¿Quién fiscaliza el desastre ambiental que vive Azuero? ¿Quién autorizó, quién se benefició, quién cobra y quién calla?
Pueblos que pagan con sed el lucro de unos pocos
Mientras tanto, los camiones cisterna hacen su agosto repartiendo agua “potable” que no siempre llega, o llega sucia. Los acuíferos bajan, los pozos se secan, y los únicos que beben tranquilos son los cerdos de las granjas industriales.
Los pueblos de Los Santos y Herrera viven la paradoja del país con dos océanos, pero sin agua en sus casas. ¿De qué sirve tanto canal, tanta lluvia, tanta promesa, si en el corazón de Azuero los niños se bañan con botellas y las mujeres cocinan con agua de balde?
Silencio institucional, gritos en redes
El tema arde en WhatsApp, en grupos comunitarios, en reuniones de vecinos. Pero no llega a la prensa nacional con la fuerza que debería. ¿Será porque hay intereses grandes detrás? ¿Porque nadie quiere pisar callos industriales? ¿Porque denunciar a una granja contaminante te puede costar contratos y patrocinadores?
Pues aquí no venimos a ser amigos del sistema. Aquí venimos a decir la verdad:
¡Nos están robando el agua en nuestras narices!
Ya basta.
- ¡Exigimos que se declare emergencia ambiental en la cuenca del Río La Villa!
- ¡Exigimos auditoría pública a las concesiones y vertidos industriales!
- ¡Exigimos sanciones reales, no comunicados tibios!
Y, sobre todo:
¡Exigimos que el agua vuelva a ser para la gente, no para el negocio de unos cuantos!
Si callamos hoy, mañana no habrá agua ni para lavarnos las manos.
Y ese silencio, será el crimen que todos cometimos.