El crecimiento económico ha sido una de las fuerzas más transformadoras de los últimos dos siglos, sacando a millones de personas de la pobreza y mejorando la calidad de vida globalmente. Sin embargo, esta prosperidad ha tenido un costo significativo, manifestado en la desigualdad creciente, la destrucción ambiental y el desarrollo de tecnologías desestabilizadoras. Este es el “dilema del crecimiento” que plantea el economista británico Daniel Susskind en su último libro “Growth: A Reckoning” (Crecimiento: un ajuste de cuentas).
Susskind, investigador del King’s College de Londres y el Instituto de Ética en Inteligencia Artificial de la Universidad de Oxford, sostiene que la búsqueda incansable de crecimiento está en el centro de la vida económica mundial. Sin embargo, esta obsesión por el crecimiento plantea una tensión constante entre la promesa de la prosperidad y el precio a pagar por ella.
La Historia del Crecimiento Económico
La idea de que el crecimiento económico define el éxito o fracaso de un país es relativamente reciente. Antes de los años 50, pocos políticos o economistas hablaban del crecimiento económico. Fue la Segunda Guerra Mundial y la necesidad de medir la capacidad económica para la guerra lo que llevó a John Maynard Keynes a desarrollar el concepto del PIB.
El PIB, aunque no es lo mismo que el crecimiento, se convirtió en una medida clave para evaluar el progreso económico. Durante la Guerra Fría, el crecimiento del PIB se utilizó como un termómetro para medir quién ganaba la batalla ideológica entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
El Dilema del Crecimiento
Susskind señala que, aunque el crecimiento económico ha mejorado la salud, la educación y la prosperidad general, también ha generado desigualdades significativas y ha dañado el medio ambiente. Las tecnologías que han impulsado el crecimiento en el siglo XX y XXI han tendido a favorecer a los trabajadores más calificados, aumentando así la desigualdad. Además, tecnologías como la inteligencia artificial concentran el capital y el poder en unas pocas grandes empresas.
La Solución al Dilema
Susskind argumenta que no debemos abandonar el crecimiento económico, sino cambiar la forma en que lo buscamos. Necesitamos desarrollar tecnologías que no aumenten la desigualdad ni destruyan el planeta. Además, el crecimiento futuro vendrá de nuevas ideas generadas por sistemas de inteligencia artificial, no solo por humanos.
El Futuro del Crecimiento
El economista británico se muestra optimista sobre el futuro, destacando que la clave está en reconciliar la promesa del crecimiento con su precio. Aunque la idea de decrecimiento se ha vuelto popular, Susskind advierte que implementarla ahora sería catastrófico, condenando a millones a la pobreza extrema. En lugar de eso, debemos enfocarnos en cambiar el tipo de tecnologías que impulsan el crecimiento y aprovechar la oportunidad de crear un futuro más próspero y sostenible.