Desde que China lanzó su ambicioso plan “Made in China 2025” en mayo de 2015, el panorama económico global ha cambiado significativamente. Lo que en un principio parecía un plan de modernización industrial, se ha transformado en una estrategia para destronar a Estados Unidos como la principal potencia económica mundial.
El plan que cambió el juego
El Partido Comunista Chino trazó un plan para dominar los sectores de alta tecnología y alto valor en diez áreas clave. Hoy, China ya es líder en cuatro de ellas, destacando en la producción de vehículos eléctricos, energía solar, trenes de alta velocidad y construcción naval. De hecho, según la Oficina de Inteligencia Naval de Estados Unidos, la capacidad de construcción naval de China es 200 veces mayor que la estadounidense.
Este crecimiento acelerado no se detiene aquí. En campos como el espacial, aeronáutico y robótico, China ha superado sus propias expectativas. Aunque aún enfrenta desafíos en ciertos sectores, como la agricultura y la biotecnología, Pekín se encuentra cada vez más cerca de alcanzar la supremacía económica.
El impacto en Estados Unidos
Ante este escenario, el Congreso de Estados Unidos publicó un informe que advierte sobre los peligros de subestimar a China. Mientras que muchos analistas insisten en que la economía china está a punto de colapsar debido a su deuda y problemas demográficos, otros temen que Pekín siga avanzando. La amenaza es real y no solo se limita a lo económico, sino que también afecta la seguridad nacional de Estados Unidos.
La conclusión es clara: EE.UU. no puede permitirse ser complaciente. Para enfrentar este desafío, necesita una política industrial más fuerte, con inversiones masivas en sectores críticos, desregulación para dinamizar su industria y medidas estrictas contra el espionaje y el robo de propiedad intelectual. Solo así podrá mantener su liderazgo global frente a China.
¿Qué sigue?
A medida que se acerca el 2025, la competencia entre estas dos superpotencias se intensifica. Si bien China ha mostrado debilidades en su economía, no se puede ignorar su avance tecnológico y su influencia creciente en la industria mundial. Estados Unidos debe actuar ahora para evitar que China supere por completo su dominio económico en la próxima década.