La industria alemana, pilar histórico de la economía europea, atraviesa un declive sin precedentes que podría tener consecuencias devastadoras para su mercado laboral y su posición como potencia manufacturera mundial, según revela un reciente informe del Centro para la Reforma Europea (CER).
El estudio, elaborado por expertos con sede en Londres, advierte que la crisis industrial alemana pone en riesgo aproximadamente 5,5 millones de puestos de trabajo y hasta el 20% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, una situación que algunos analistas califican como «encrucijada histórica».
Triple crisis: energía, cadena de suministro y competencia china
La tormenta perfecta que azota a la industria alemana tiene tres frentes principales. Primero, la invasión rusa de Ucrania obligó a Alemania a reducir drásticamente su dependencia energética de Moscú, lo que disparó los precios de la energía y afectó especialmente a sectores intensivos como el químico y el siderúrgico.
En segundo lugar, las interrupciones en las cadenas de suministro tras la pandemia han mermado la demanda de exportaciones alemanas, debilitando su tradicional modelo económico orientado a la exportación.
Sin embargo, el factor más determinante parece ser el tercero: la rápida transformación de China, que ha pasado de ser un fabricante de productos de bajo valor a convertirse en un competidor directo en industrias de alta tecnología, impulsada por su ambiciosa estrategia «Made in China 2025».
La estrategia china que transformó el tablero industrial
A principios del 2000, Alemania apenas sintió el impacto del crecimiento chino, entonces centrado en electrónica básica, electrodomésticos y textiles. La situación cambió radicalmente cuando Pekín reorientó su política industrial hacia los sectores donde Alemania dominaba: automoción, tecnología limpia e ingeniería mecánica.
«China se ha puesto al día en varias industrias avanzadas. Son muy fuertes en estas áreas, y eso está contribuyendo al pobre desempeño del crecimiento de Alemania», explica Holger Görg, investigador del Instituto Alemán de Economía Mundial.
El caso más evidente es el sector automotriz, donde los fabricantes alemanes han sido criticados por su lenta adaptación a los vehículos eléctricos, mientras marcas chinas como BYD ganan terreno rápidamente.
El papel de las subvenciones chinas
Para agravar la situación, China implementa una política agresiva de subvenciones a sus industrias estratégicas. Según un informe del FMI de 2022, estas ayudas estatales se concentran precisamente en los sectores químico, maquinaria, automovilístico y metalúrgico—los pilares tradicionales de la economía alemana.
Claudia Barkowsky, directora general para China de la Federación Alemana de Ingeniería (VDMA), alertó recientemente que las empresas alemanas enfrentan una competencia cada vez más difícil, con rivales chinos ofreciendo productos «a veces un 50% o incluso más baratos».
El camino hacia adelante
El informe del CER insta al próximo gobierno alemán a adoptar medidas urgentes, incluyendo presionar a China para que aumente su consumo interno y aprovechar las defensas comerciales de la UE para elevar aranceles a exportaciones chinas fuertemente subvencionadas.
Brad Setser, coautor del estudio, afirma: «Lo que Alemania necesita son mercados alternativos para sus exportaciones de automóviles y maquinaria de gama alta. Y el mayor para Alemania, con diferencia, es el mercado europeo».
Los expertos coinciden en que Alemania debe experimentar un profundo «cambio de mentalidad cultural» para adaptarse a esta nueva realidad competitiva. El masivo plan de gasto en defensa e infraestructuras—cercano al billón de euros para los próximos 12 años—podría impulsar no solo la economía general sino también tecnologías duales con aplicaciones civiles.
«Alemania es muy buena en la generación de conocimientos a través de investigación y desarrollo, patentes, etc., y luego en la venta de estos conocimientos. Aquí es donde Alemania todavía tiene una ventaja y debemos seguir aprovechándola», concluye Görg.