La economía alemana, antes impulsada por el gas ruso barato y las exportaciones a China, se encuentra en un punto crítico. Con un crecimiento estancado desde hace cinco años y múltiples desafíos internos y externos, el país necesita una nueva estrategia de desarrollo. La tarea recaerá sobre el gobierno que surja de las elecciones anticipadas del 23 de febrero, en medio de una creciente presión por parte del sector empresarial.
Factores que llevaron al declive económico
Alemania, históricamente una potencia industrial, enfrenta una serie de problemas estructurales que han afectado su competitividad:
- Burocracia excesiva: Empresas como el fabricante de ventiladores industriales EBM-Papst han denunciado la carga administrativa impuesta por regulaciones ambientales, que terminan restando tiempo a la innovación.
- Escasez de trabajadores cualificados: El déficit de talento afecta a sectores clave como la manufactura y la tecnología.
- Despliegue tecnológico lento: La transición a energías limpias ha sido torpe, generando incertidumbre en los consumidores y afectando la demanda de equipos como las bombas de calor.
- Altos costos energéticos: Desde la invasión de Rusia a Ucrania, Alemania perdió su acceso al gas ruso barato, elevando los costos de electricidad a niveles mucho más altos que en EE.UU. y China.
Las empresas buscan alternativas fuera de Alemania
Frente a estas dificultades, muchas compañías han redirigido sus inversiones al extranjero. EBM-Papst ha fortalecido su presencia en EE.UU. y Asia, estableciendo plantas en Tennessee y Connecticut. Lo mismo ocurre con el grupo Mecanindus-Vogelsang, que enfrenta costos energéticos que duplican los de sus instalaciones en Kentucky y Nueva Jersey.
El director general de Mecanindus-Vogelsang, Ulrich Flatken, advirtió que «para evitar la desindustrialización, necesitamos urgentemente precios de energía competitivos a nivel internacional».
El impacto de China y la falta de innovación
Otro factor determinante ha sido la creciente competencia china. En la última década, China pasó de ser un mercado clave para la maquinaria y los automóviles alemanes a un competidor directo, impulsado por subsidios gubernamentales. Esto ha reducido las exportaciones de Alemania y ha contribuido a su estancamiento.
Según Marcel Fratzscher, presidente del Instituto Alemán de Investigación Económica, muchas empresas no reaccionaron a tiempo a las nuevas tendencias tecnológicas, como la transición hacia los autos eléctricos. «Disfrutaron del éxito de la década de 2010 y han sido demasiado lentos en adaptarse», señaló.
Un cambio de mentalidad es clave para la recuperación
Con una economía que apenas ha crecido un 0,3% desde 2019, mientras que EE.UU. avanzó un 11,4% y China un 25,8%, Alemania enfrenta un desafío crucial. Fratzscher subraya que la estabilidad y el consenso político del país han dificultado los cambios rápidos.
El próximo gobierno deberá decidir si flexibiliza los límites de deuda para aumentar el gasto en infraestructura y educación o si adopta reformas que hagan más ágil la economía. Lo cierto es que, sin una estrategia clara, Alemania corre el riesgo de quedarse atrás en la transformación global.